viernes. 29.03.2024

Javier Salvador, teleprensa.com

Les invito, les pido y casi suplico que lean estas líneas: “La violencia de género no es un problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión.

Nuestra Constitución incorpora en su artículo 15 el derecho de todos a la vida y a la integridad física y moral, sin que en ningún caso puedan ser sometidos a torturas ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Además, continúa nuestra Carta Magna, estos derechos vinculan a todos los poderes públicos y sólo por ley puede regularse su ejercicio.

La Organización de Naciones Unidas en la IV Conferencia Mundial de 1995 reconoció ya que la violencia contra las mujeres es un obstáculo para lograr los objetivos de igualdad, desarrollo y paz y viola y menoscaba el disfrute de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Además la define ampliamente como una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres. Existe ya incluso una definición técnica del síndrome de la mujer maltratada que consiste en «las agresiones sufridas por la mujer como consecuencia de los condicionantes socioculturales que actúan sobre el género masculino y femenino, situándola en una posición de subordinación al hombre y manifestadas en los tres ámbitos básicos de relación de la persona: maltrato en el seno de las relaciones de pareja, agresión sexual en la vida social y acoso en el medio laboral”.

Pues bien, este texto no es mas que una mínima parte de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, esa que llamamos “VioGén”. Cuando desde el Ayuntamiento de El Ejido o desde cualquier otro se dice que quieren salirse de la comisión de seguimiento que vela por el cumplimiento de esa norma hay que actuar con contundencia. VioGén no es una directriz cualquiera, sino una que cuenta con procedimiento especial para su aprobación porque así se establece en lo que llamamos materias reservadas por la Constitución Española. Es decir, que es una ley seria, de las gordas, de esas que para sacarla adelante necesitas de ese máximo consenso que en nuestro sistema democrático denominamos mayoría absoluta de la Cámara a la hora de su aprobación.

Decir que es una ley feminista es correcto, pero si nos atenemos a lo que el Diccionario de la Lengua Española define como tal, es decir: “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”.

Si un Ayuntamiento como el de El Ejido o cualquier otro quiere pegarse un desparrame de gestos para contentar ese tinte falocrático al que nos tiene acostumbrado la extrema derecha, tras la irrupción en los diferentes estamentos de representación pública, la respuesta tiene que producirse desde la calle y no limitarnos a esperar aquello que puedan hacer los otros partidos políticos. 

Obviamente la salida de tiesto del gobierno ejidense no era más que una estrategia de comunicación para contentar a sus socios, pero la estrategia de unos se combate con estrategia de comunicación por parte de otros, un recurso que ya está al alcance de cualquier colectivo. De hecho, el contraataque a El Ejido se paró en el último minuto por su rectificación, pero el exceso de testosterona demostrado en el último pleno les vuelve a situar en zona de riesgo.

Un coherente paso atrás no quiere decir que se deje de estar organizadamente preparado para actuar al próximo síntoma de falocracia, de cualquier gesto de permisividad en el predominio del hombre sobre la mujer en la vida social. Estar preparados es mostrarles a estos individuos una espada de Damocles que en cualquier momento puede caer sobre sus cabezas.

Hablo de una movilización feminista generalizada, de todo aquel hombre o mujer que crea en el principio de igualdad entre ambos sexos. Obviamente los medios de comunicación no entrarán al trapo por el mero hecho de que nadie se juega su cartera de publicidad con ese u otro Ayuntamiento, pero hoy en día las masas se mueven por whatsapp, por redes sociales como Instagram, Twitter o Facebook.

Sólo es necesario colgar imágenes de determinados productos de cualquier municipio que dependa de la ultraderecha para mantener a su alcalde, como Roquetas de Mar o Almería capital, y llamar al rechazo de su consumo hasta que retiren sus amenazas, medidas o propuestas. Muy importante, los mensajes en castellano e inglés. Imprescindible añadir los hasthag de tendencia que ese día circulen en internet.

Los ayuntamientos sólo tienen como defensa los medios de papel, pero ante una avalancha real, tocando la economía local que les sostiene, comprenden desde el minuto cero la inutilidad de su estrategia habitual. El resultado es, sencillamente, un paso atrás.

Resumiendo, espada de Damocles y no pasar por alto ni una más.

Boicot feminista a El Ejido