sábado. 20.04.2024

Apaños y avíos

Juan Antonio Palacios Escobar

Dar la cara, de frente y por derecho es lo que debería imperar en la política, lejos de apaños y avíos, de trajines y tejemanejes., de cargos a dedo y blindajes técnicos, que se suponen que están en función de la valía y su rendimiento, cuando la realidad demuestran que están al servicio del mejor postor.


Ya está bien, de aquellos seres que se consideran imprescindibles y secuestran a los políticos de turno, convirtiéndolos en sus rehenes permanentes, manejos y manipulaciones, inundándolos de problemas, donde deberían plantear propuestas de solución.


Además se vanaglorian de no ser políticos, pero condicionan las decisiones, permanecen en las sombras y en las bambalinas, utilizando al que ha de dar la cara como si fuera un títere, y colocándolo al borde del abismo para que traguen al que ha de firmar el documento que dice que la decisión ha sido tomada. Toda una lección de chantaje y manipulación.
Si conocen ustedes alguien que con esas características, cuando lean este artículo, hagan el comentario y díganlo, no se corten, denúncienlo, si no continuarán haciendo de las suyas, y permitiéndose el lujo de ganar más que nadie y no perder ni exponer nada.


Son excelentes actores, bufones de la Comedia, y protagonistas dela Tragedia, pero con un cinismo que provoca el vómito y una poca vergüenza que raya en la delincuencia. Son fieles a su bolsillo, leales a nadie, y aparentan servir a quienes les pagan.


Cambian de chaqueta y de camiseta con una enorme facilidad, utilizando un repertorio de argumentos que acojonan al político que los escucha y deslumbran a quienes los consideran los mejores del lugar, utilizan con habilidad la necesidad de relucir de algunos responsables públicos.


Los apaños y los avíos son su especialidad, y para que parezcan más realidad que ficción, los transforman en cuentos de hadas y relatos inimaginables. Nunca darán la cara, pero sabrán cómo hacer que linchen a alguien con sus maniobras.


Hay de aquel político que cansado y derrotado, tire la toalla y se someta a sus caprichos, les dejarán el camino libre para seguir mandando sin problemas y hacer lo que mejor convenga a sus intereses personales. La serenidad, la frialdad y ponerlo a prueba frente a otros los colocará en crisis.


Estos personajes pueden ser útiles desde su conocimiento, siempre que se mantengan en su papel, cuando quieren jugar a políticos desde su responsabilidad técnica, se convierten en peligrosos, igual que aquellos políticos que pretenden ser expertos en todas las materias, son fáciles presas de estos secuestradores de voluntades.


Cuando quieren y ven debilidad en los responsables políticos manejan los datos y los argumentos a su antojo, haciendo que lo claro aparezca como oscuro y confuso, y que nos situemos en la encrucijada que la única salida posible, entre apaños y avíos, es la que ellos plantean.


Sus informes son de una gran destreza y maestría, según convenga y como detecten la fortaleza del interlocutor. Crean en su derredor una legión de fieles que bailan al son que ellos tocan. Al fin y al cabo, el sistema piramidal que han montado, hace que si ellos caen, se derrumba todo, con lo cual desde la base hasta la cúspide todos le sostienen por propio interés.


Cuando ven que sus posiciones pueden peligrar, establecen una red de bloqueo, en el que el político tenga que volver a recurrir a él, para volver a alumbrarse con su linterna. Una sugerencia, despréndanse de estos imprescindibles que son peligrosamente insoportables. Créanme, sé de lo que hablo, y hay muchas maneras de hacerlo.

Apaños y avíos
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