martes. 19.03.2024

Afectos y efectos

Juan Antonio Palacios Escobar

Nos movemos entre razones y emociones y ambas producen sus efectos. Por mucho que nos guste hacer cosas, por muy adictos que seamos al trabajo, no es perjudicial dejarnos llevar un rato para darnos un capricho y emplear nuestro tiempo en el grato y reparador ocio, en ese no hacer nada para dejar que todo nos invada, nos abandonemos y disfrutemos.
Arropados y atendidos entre nuestros gustos y nuestras ideas, entre tranquilidades y silencios nos sentimos como en el paraíso, más fuertes, seguros y con una enorme paz interior. Si sabemos proceder paso a paso, gozaremos de cada instante con plenitud.


Hemos de aprender a vivir con todas las consecuencias, con los efectos positivos y negativos, con las alegrías y las tristezas, con estabilidades y transparencias, con tener las cosas claras en cada momento y no confundir a los demás.


Debemos saber analizar la dificultad de algunas decisiones y no arrepentirnos, abordar las situaciones con ecuanimidad y no convertirlas en amenazas para nuestro equilibrio personal y social. Estar todo el día enfadados es perder gran parte de nuestras vidas en desperdiciar nuestro tiempo, en lugar de aprovecharlo.


Cuando tenemos un problema no nos podemos poner de perfil, sino que hemos de coger el toro por los cuernos y dar la cara, y ver todas y cada una de las posibles soluciones. De todas formas hay razones aplastantes que debemos utilizar con delicadeza para no herir ni ofender a nadie.


Hemos de tener cuidado con el significado que les damos a las palabras en cada momento, y saber impulsar los cambios necesarios para que las cosas se transformen en beneficio de la mayoría, y no sean instrumento de aprovechamiento de unos cuantos.


En las relaciones con los demás, entre nuestros afectos y rechazos, nos van a creer, si somos coherentes y existe una correspondencia entre lo que decimos y lo que hacemos, si nuestro comportamiento es el de personas honestas y decentes.
La realidad nos ofrece demasiadas ocasiones para no creer y convertirnos en escépticos. La vida está llena de cambios inmóviles y quietudes cambiantes, de previsiones y sorpresas, de muebles antiguos y modernos, de conformismos y rebeldías.


Con frecuencia estamos más cerca que nunca y más lejos que siempre de nuestro objetivo, y cuando somos capaces de escuchar con atención las opiniones de los demás, adquirimos una nueva mirada del mundo que nos rodea.


Lo más importante que tenemos en nuestras vidas son los afectos, y a lo que tenemos que estar más atentos es a los efectos que de ellos se derivan, con perseverancia y paciencia , con razones prácticas y argumentos útiles, sin fiarnos de todo lo que escuchamos y manteniendo la tranquilidad de no perder los nervios en ningún momento.


Todo puede ser fácil y fluido, si somos capaces, en caso necesario, de cambiar de actitud, de entendernos de forma positiva y fructífera, de estar dispuestos a pasar página y perdonar a todos aquellos que nos han hecho daño, de no dejarnos llevar por las apariencias pero sí de dejarnos sorprender.


Entre idas y venidas, insultos y halagos, hartos y cansados, vamos explorando lo descifrable y lo indescriptible, sin adelantarnos a los acontecimientos y esperando el tiempo necesario para tomar las decisiones oportunas.

Afectos y efectos
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