jueves. 28.03.2024

A propósito de la autoedición

Moisés S. Palmero Aranda, [email protected]

Hacer un libro es fácil. Por eso en los últimos años han aparecido varias editoriales de autoedición en la provincia de Almería. Empresas a las que pagas para que le den forma a tu libro y puedas ponerlo en el mercado. Soy un convencido de este modelo porque creo que para el autor tiene más ventajas que inconvenientes, que no son pocos. Pero no quiero entrar en las razones por las que autopublico, sino que mi intención es dejarte unos principios básicos, a mi entender, para elegir editorial, por si te has propuesto escribir y editar, por fin, tu libro en el 2018.  Porque puede ser fácil, lo complicado es que sea un buen libro.

Bosques de repoblación. Puede que desde la distancia quieras formar parte de ese ecosistema, pero si te acercas te darás cuenta que allí prima la cantidad sobre la calidad. Todos los árboles son iguales y cuantos más planten mejor, pero para ellos. Debajo de sus ramas no crece sotobosque, los pájaros buscan otros lugares para anidar porque allí no hay alimento suficiente y más temprano que tarde, los talarán para dejar espacio a otros, sin darles la oportunidad para que puedan desarrollarse, echar raíces y llegar a dar sombra. Busca editoriales que te mimen, no que prometan cuidarte, que busquen el espacio idóneo para hacerte crecer, sin prisas. Cada semilla tiene su tiempo de germinación y en los bosques naturales conviven diferentes especies, ahí es donde radica la riqueza y lo que  permite consolidarte en el tiempo.

No todo es la comida. Hay restaurantes que se ponen de moda. Con las expectativas altas decides ir allí a almorzar y nada más entrar te hacen firmar y pagar la reserva de la mesa. Firmas con cautela, pero con ilusión, porque el día, crees, lo merece. Una vez dentro sientes como la puerta se cierra a tus espaldas, y te dirigen por un estrecho pasillo donde al final se ilumina, con coloridos neones, la salida. Te ofrecen la carta sin dibujar una ligera sonrisa en el rostro, porque no se incluía en lo que firmaste y, antes de que puedas devolverla, ya te han traído la comida. Mientras la degustas piensas que tampoco es para tanto, que la fama no es merecida. Incluso te parece un poco sosa, pero cuando pides un poco de sal, te recuerdan que no estaba incluida en el precio, ni el agua, ni el pan. El camarero ante tu cara de asombro, te muestra la reserva, y te ofrece, ahora sí sonriente, la oportunidad de volver a firmar otra si lo deseas. Decisión que debes tomar en apenas unos minutos porque sin tu saberlo, mientras comías, tu mesa se ha ido acercando a los neones. Cuando vienes a darte cuenta, estas en la calle, con hambre, y un poco desconcertado porque no recuerdas que se hayan despedido de ti y te hayan dado las gracias. Si no quieres que eso te pase, busca pequeños bares, donde los camareros te reciban con una sonrisa sincera, te aconsejen que pedir, te permitan que te equivoques y, sobre todo, que te dejen disfrutar de tu almuerzo y la sobremesa por la que has pagado.

El huevo ecológico. Si te ponen dos huevos delante, uno criado en una granja extensiva y otro ecológico, a simple vista pueden parecer iguales si no tienes la suficiente experiencia, pero nada más cascarlo empiezas a ver las diferencias: el color, el olor, la textura. Características que hacen que el sabor que dejan en tu boca no se te olvide en la vida. Como los libros no son huevos que debas comprar sin poder abrirlos, hazlo. Compara libros de las diferentes editoriales, y fíjate en sus portadas, si son de diseño o de bancos de imágenes; en su maquetación; en la calidad de impresión de las fotos del interior, y sobre todas las cosas, en las faltas de ortografía. Desconfía de editoriales que  sean capaces de incluir el nombre de su empresa en un libro con faltas de ortografía, eso es un claro síntoma de que no le importan los huevos que venden, bueno que hacen, ellos no venden nada, y por tanto mucho menos las gallinas que los ponen.

Hay algunos principios más, pero por espacio no puedo incluirlos. El último consejo que me atrevo a darte es que no te dejes llevar por las noticias, no me refiero a anuncios, en los medios de comunicación. La publicidad ha evolucionado mucho, pero en lo que no ha cambiado nada es que pagando lo adecuado pueden hacerte creer que el churrero no hace churros, sino deliciosas varitas de trigo doradas con el jugo de milenarios olivos.

Moisés S. Palmero Aranda

[email protected]

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