jueves. 28.03.2024

Javier Salvador, teleprensa.com

Reconozco que soy crítico con la situación de Ciudadanos, por razones personalísimas y profesionales, pero en cierta medida me da pena ver como se desangra un proyecto que fue viable mientras se mantuvo en el centro y que ha sido fagocitado en apenas unos meses, nada mas asomarse a la ventana de la derecha. La torpeza estratégica es de tal calado que puede pasar a la historia como uno de los mayores fracasos políticos de la democracia en España.

Ya les pasó a los liberales en el Reino Unido cuando en las elecciones de 2010 Nick Clegg formó gobierno con los conservadores de David Cameron, pero aún con un precedente tan claro y cercano, la formación naranja liderada por Albert Rivera no supo ver los riesgos más aún en esta España nuestra, donde la mayor parte de la masa electoral está entre la izquierda y el centro.

La situación en estos momentos es de verdadero canibalismo en el margen derecho de la ideología política, hasta el punto de que la remontada del PP depende de lo que consiga retener Pablo Casado frente a lo que le roba Santiago Abascal desde VOX. Y lo hace a pasos agigantados. El PP intenta cubrir esa pérdida sumando el voto de Ciudadanos, vendiendo la total sumisión de estos en sus pactos de gobierno tripartitos, pues sencillamente han sido anulados. Dicho de otra manera, mientras Ciudadanos permitía gobiernos del PSOE la percepción de sus votantes era que al menos ellos controlaban a los de Pedro Sánchez, imponían políticas de centro, pero en sus actuales pactos los votantes perciben que los populares prestan mas atención a la satisfacción de la ultraderecha que a ese cambio en formas y objetivos que creían que Ciudadanos traería a la política. El resumen básico es que para estar todos en el mismo barco sobra una formación, y es a Albert Rivera al que le crecen las pulgas.

Las encuestas nos muestran subidas en el PP como nuevo centro de la derecha, pero no contaban con que buena parte del electorado conservador no quiere saber nada del centro. Y así las cosas, lo que hay que dilucidar es si las ganancias por el centro cubren las pérdidas que se producen desde la derecha. Por otro lado, aquellos que se fueron a Ciudadanos desde posiciones de centro izquierda no perdonan de ninguna de las maneras depender de Vox, la ultraderecha, porque una cosa es ayudar al PP y otra muy distinta a los nostálgicos de la dictadura.

Y en este escenario la expulsión de Francisco Franco del Valle de los Caídos juega un papel de vital importancia, porque esos nueve millones de pensionistas si que vivieron la dictadura, sus consecuencias, los retrasos que generó en España y la falta de libertades padecidas, tienen mucho que decir. De hecho, la dignificación de las pensiones llegó con el gobierno socialista de Felipe González y al final, en la retina, lo que queda es que más vale lo malo conocido, que permitir que lo aún peor y ya vivido en años de juventud vuelva a tomar fuerza.

Los pactos de VOX/PP/Ciudadanos son, bien gestionados por su detractores, el principal arma de destrucción masiva al que se enfrenten ellos mismos, y encauzando el argumentario correctamente puede provocar que en apenas dos semanas Pedro Sánchez vuelva a dar otro giro a esa tuerca de la suerte que parece que se compró tras su apresurada salida del PSOE con el “no es no” a Rajoy.

Pero seamos sensatos ¿realmente alguien ve a los jubilados, a quienes vivieron el franquismo, apoyando a partidos que pactan sin miramientos con la ultraderecha?

Yo no me lo creo, porque pueden ser peseteros como ellos solos, pero en su memoria queda la lucha por la dignidad, por la libertad que sólo pudieron disfrutar desde 1975.

A Ciudadanos todo son pulgas