jueves. 28.03.2024

Javier Salvador, teleprensa.com

Esta vez, en estas elecciones, el votante de derechas si que tiene un verdadero problema de conciencia porque le toca elegir para qué debe servir su voto. Todas las encuestas dejan suficientemente claro que ninguno de los partidos de su arco ideológico tiene la más mínima opción de ganar las elecciones y el escenario es aún más desolador con el desplome de Ciudadanos, porque en ese caso no dará la suma en ningún momento y, por otro lado, el votante conservador de pura cepa no ve con buenos ojos en su fuero interno que se le de más protagonismo a la formación naranja que a los nacionalistas de Santiago Abascal.

Pero el votante tiene que abstraerse de las grandes estrategias de los partidos y centrarse en su entorno más cercano, analizar cada uno de los grupos, los candidatos que los representan y por encima de todo si lo que defiende cada formación es acorde con su verdadera ideología.

Cuando un partido o una opción ideológica no tiene posibilidad alguna de gobernar es el momento de que sus bases tomen las riendas de la reconstrucción, y en el caso de PP y Vox esa masa de votantes es la misma. En este aspecto los populares tienen un modelo ideológico que escora hacia el centro conforme le vienen las encuestas, dando la impresión de que su lucha se centra mas en mantener lo que le queda de los años de bonanza de Aznar para garantizar sueldos a los históricos militantes de cúpula, los que llevan más de 20 años con sueldo público. Por el contrario Vox, gusten o no sus postulados, es coherente desde el primer momento con sus principios y no se mueve un ápice en su ideología conservadora le apoyen o no las encuestas.

El segundo gran parámetro para decidir es medir con exactitud a quién se le da el voto, es decir, quién va a comer de ese derecho de sufragio que es tuyo e intransferible. Aquí Vox va con ventaja, porque todo son caras nuevas, personas que no han comido nunca de la política y que, por tanto, son más como cada uno de la mayoría que deposita una papeleta en una urna. Gente de la calle.

En el lado opuesto, al Partido Popular le pesa, y mucho, que en sus listas estén siempre candidatos de la élite que llevan años viviendo de lo público. Así, si tomamos Almería como ejemplo, tenemos a Rafael Hernando o Juan José Matarí, con sus bodas de plata en política más que cumplidas. Es decir, más de 25 años cada uno de ellos en los lujosos sillones del Congreso. Quienes les acompañan, por otra parte, atesoran ya más de 15 años cada uno de ellos entre cargos de asesores, concejales o diputados provinciales. Dicho de otra forma, toca elegir entre meter sangre nueva en la política o ayudar a mantener el statu quo de la élite política que cada partido se crea en su provincia.

Defensa de la ideología y perfil de los representantes, ahí están las bases del dilema para los votantes de derecha, que con importantes matices que analizaremos estos días, es el mismo que tienen los electores de izquierda.

PP o Vox