jueves. 28.03.2024

Javier Salvador, teleprensa.com

Corneille un dramaturgo francés del siglo XVII acuñó aquello de que nuestros triunfos más halagüeños están entremezclados con la tristeza, y de eso tiene un poco este otoño que viene cargado de nubarrones. Toca resignarse con lo que tenemos y ver cómo aderezamos esta realidad para tragar un plato que se presume de difícil digestión

Nos acercamos al inicio de un curso político, social y económico que nos afectará a todos sobremanera por la infinidad de cosas que sabemos que tienen que pasar y la poca información que se tiene, en el panorama general, de cómo se espera que sucedan. Lo primero es un Brexit duro, que apoyado por Estados Unidos será una verdadera prueba de fuego para la Unión Europea. Ahora no sólo debe plantearse qué hacer para frenar la recesión que se espera por efecto contagio, sino cómo actuar frente a los intereses norteamericanos en el viejo continente, porque ya sea por la importancia de sus bases militares o los intereses de sus fondos de inversión, buitres o no, la intromisión norteamericana en el intento desestabilizador de la unión no debe quedar sin respuesta. Aunque claro, todo depende de si aún nos queda algo de orgullo y honor que defender ante la camarilla del flequillo rubio. Puede que nuestra fuerza esté precisamente entre los enemigos que EE.UU. está cosechando y produciendo de manera intensiva, pero el tradicional y sabio conservadurismo europeo posiblemente se limite a poner a funcionar la máquina de hacer dinero del BCE, a modo de paraguas, mientras los truenos que Donald Trump intenta desatar para su campaña electoral del año que viene pasan por encima de nosotros.

Lo creamos o no eso afectará a nuestra economía de bolsillo, pero mucho más duro será el impacto de unas, y lamento decirlo, necesarias segundas elecciones en las que nos jugamos algo más que un cambio de gobierno. Ahora en España se habla de identidad, de quiénes somos, de qué queremos ser, cómo llegar a serlo y con qué valores como faro que marque el rumbe a seguir. Para muchos es desalentador pensar sólo en ello, pero en unas elecciones como las que se avecinan podemos tener mucho más claro el panorama de derechas o izquierdas, la total desaparición del centro y, por encima de todo, ya tenemos identificados a aquellos que pueden pactar con los extremos sin miramiento alguno.

En este sentido es hasta bueno que se produjesen los pactos que han escandalizado a toda la izquierda, al menos para beneficio del PSOE y PP, porque ahora todos saben que son las únicas alternativas para frenar a los nostálgicos del franquismo o del chavismo, de las dictaduras, de la España de los machirulos y de los líderes que han generado sus propias marcas a la sombra del populismo para encontrar el hueco que no supieron ocupar en los grandes partidos. Frente a esa supuesta España de la regeneración, hoy convertida en el mercantilismo político, no queda otra que resignarse y darle un voto de confianza a Pedro Sánchez o a quien el PP termine poniendo al frente. Y ojo, que hay que estar atentos, porque tras el Brexit, las nuevas fuerzas del mal en la política mundial van a convertir las elecciones españolas en un banco de pruebas en el que probarán todas sus armas de destrucción masiva de conciencia europeísta, contra muchos de los valores sociales que creíamos asentados y sobre cualquier instinto de solidaridad entre pueblos. Pasaremos del si se puede de hace unos años, al España lo primero que nos viene de camino.

Esperanza desde la tristeza, así es España