viernes. 19.04.2024

El hijo del concejal y la felación

Mientras media España se hace la horrorizada, escandalizada porque en un taller de educación sexual se hable de porno y obviamente de las mamadas, perdón de las felaciones, la otra mitad se descojona de risa e intenta buscar en el mapa Huércal Overa, para averiguar si es un lugar excesivamente rural, recóndito y, por qué no, siendo de Almería entre invernaderos. Y no, no es el caso, pero tampoco es el momento de dar apuntes sobre geografía almeriense porque en toda esta historia, quien realmente lo debe estar pasando mal es el chaval que contó en su casa lo de aquella clase y cuyo padre, concejal del PP, vio tema del que tirar y por qué no, imagino, aprovechar el tirón del Pin Parental de Vox, ya que tal y como están las cosas hoy, nadie tiene muy claro dónde terminará mañana. Él, el padre, Guillermo Casquet, mantiene que no busca nada de eso y que otros profesores, padres y alumnos le apoyan en la denuncia, pero lo cierto es que el caso sale a la luz en un momento en el que entra sin vaselina alguna. Y perdón por el símil.

Partamos de una base. Yo, particularmente, haría el taller antes de opinar sobre su contenido, porque de lo único que podemos hablar aquí, y hoy, es del marrón que tiene el chaval entre sus propios compañeros por la ocurrencia de papá. A mi me hubiese gustado saber más y mejor antes de mi primera experiencia sexual porque para mi obviamente fue excepcional, por muy torpe que me sintiese, pero ¿Y para ella?

La verdadera humillación no es participar en una clase en la que sales como voluntario, a los 17 años, sino que tu padre monte un espectáculo de las proporciones que va tomando este. Y ojo, también hay que entender la postura del progenitor, al que si le quitamos el matiz político de sus ingresos públicos en los últimos años, tanto como diputado provincial en Almería como ahora alto cargo de designación directa en el hospital de Huércal Overa, pues puede entenderse que si el chaval le llegó todo preocupado a casa, en fin, que tomase cartas en el asunto es lo más natural. 

Pero es importante valorar la edad del sujeto, del chico, porque a esa edad me temo que poco les van a enseñar, aunque si se puede, y ahí está la importancia del asunto, les pueden reenfocar y ayudar a entender la sexualidad como lo que debe ser, y no la imagen tomada del accesible porno que existe en internet. A mis 18 lo único que tenía a mano eran las bravuconadas de mis amigos y algún Interviú que claro, siempre se compraban por la calidad de los reportajes.

La monitora y otros alumnos también han salido al paso de esta historia, afirmando que lo dicho no tiene ningún parecido con la realidad, que no hubo gestos, simulación ni nada por el estilo, sino charla y conversación sobre lo que ellos han vivido o conocen de ese aspecto concreto de las relaciones sexuales. Y sí, perdonen que lo diga de esta manera, pero a los 17, camino de los 18 y en el año 2020, quien más y quien menos ya ha tenido sus llegadas a meta sin correr maratones.

Ahora dejemos a los chavales de lado, aún sintiendo una enorme compasión por el enorme sonrojo que debe estar padeciendo el hijo del concejal de marras, y hablemos en serio de esta historia.

Estos talleres se han dado y se dan en infinidad de centros de educación desde hace tiempo. Justo ahora, en pleno debate del pin parental de Vox, un concejal del ala dura del PP y con cargo directivo en un hospital del Servicio Andaluz de Salud, es el único que denuncia el asunto. La asociación de padres no se pronuncia porque reconoce que hay disparidad de opiniones, tantas como ideologías políticas hay entre los padres, entre los medios de comunicación que están contando esta historia, cada uno a su manera y dependiendo de su ideología editorial porque hablar a estas alturas de línea editorial es tan falso como escandalizarse porque chavales de 17 años hablen crudamente de relaciones sexuales.

El hijo del concejal y la felación
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