jueves. 28.03.2024

Aviados y enviados

Juan Antonio Palacios Escobar
Juan Antonio Palacios Escobar

Entre lo que se mueve y lo que nos detiene, aviados y enviados, iguales y diferentes, homenajes y vasallajes, planetas y satélites, lo de todos y lo de unos pocos, los honores y las indignidades, las aguas tranquilas o revueltas, las confusiones a demanda o las coherencias de la  ética, vamos avanzando a trompicones.

A veces entre dispuestos  y mensajeros, acatamos órdenes y rescatamos a secuestrados de ellos mismos. Sometemos o nos someten a juicios políticos, con reservas y reticencias, impulsamos o paramos, queriendo aparentar que ganamos cuando hemos perdido o viceversa.

Guardianes de nuestros valores y principios, y  felices de nuestras libertades e iniciativas, pero mostrando nuestras debilidades ante cualquier nimiedad, aunque lo expresemos en público con naturalidad y convenciendo con nuestras palabras.

Demasiadas veces se nos pasa el tiempo dándole vueltas a las cosas , sobre las decisiones que tenemos que tomar, y entre aromas y olores , planteamos abiertamente nuestras dudas, dejamos las dudas a un lado y pedimos disculpas a quienes corresponde.

A caballo de avíos y envíos, nos conviene hablar menos y hacer más, no encerrarnos en nuestros egos, ciegos y sordos que solo hablan de ellos mismos y ocuparnos y preocuparnos más y mejor de los demás. Trabajamos con muchos factores y, en la mayoría de las ocasiones, con un solo resultado.

 En el camino de ida y vuelta de nuestras vidas, nos vamos y volvemos, con más seriedades y menos frivolidades, con menos miedos y más seguridades, sin nostalgias ni melancolías, entre actuaciones honestas y explicaciones convincentes.

 Debemos aceptar la evolución y los cambios, sin martirios, envidias  ni recelos, más presentes que ausentes. Hay ciertas situaciones que nos pueden desbordar, porque ni nos aportan satisfacciones y nos provocan tensiones. Nos apresuramos entre objetivos que no cumplimos y dejamos a un lado tareas que deberíamos hacer.

Con más complejidades que sencilleces, más cierres que aperturas, más aspirantes que consagrados estamos aviados y somos enviados al cielo o al infierno de nuestras vivencias y experiencias. Nos apañamos con poco aunque deseemos mucho.

No debemos cometer imprudencias ni dejarnos llevar por personas temerarias, que desprecian el riesgo y se saltan todo tipo de reglas para demostrar una inconsciencia, que quieren disfrazar de valentía. Podemos reivindicar y reclamar para conseguir que nos hagan caso, pero hemos de hacerlo sin perdernos el respeto.

Por muchos méritos que hagamos, la gente nos debe creer y confiar en nosotros, podemos tener todo y no transmitir nada, aparentar ser solidarios y actuar como unos miserables. No nos exijamos resultados si no somos capaces de esforzarnos, de comprometernos  e ilusionarnos.

Olvidarnos que estamos en el siglo XXI y pretender pensar y que nuestra conducta sea como si estuviéramos en el siglo XX, es no saber organizarnos y enviarnos permanentemente al pasado cuando deberíamos mirar con firmeza hacia el futuro.

Actuar de forma opaca en lugar de ser transparentes, nos ata y nos impide avanzar, nos convierte en esclavos de nuestras propias necesidades, nos cierra puertas donde deberían estar abiertas y nos coloca en el escaparate de los indeseables, en vez de estar en el de los mejores.

Aviados y enviados
Entrando en la página solicitada Saltar publicidad