jueves. 25.04.2024

Javier A. Salvador, @jsalvadortp

Mientras el Ayuntamiento de Almería da por amortizados los dos grandes proyectos urbanísticos más inminentes de la ciudad, da hasta miedo que fijen en el puerto ciudad su próximo objetivo, porque la marca de la casa parece ser que nunca se termina nada en la fecha prometida y menos de manera clara. Parece que ya nadie preguntará cómo se desarrollarán los convenios urbanísticos que conciernen al antiguo toblerone y que según recuerdo incluían la urbanización de la avenida de Sierra Alhamilla y una serie de viviendas de VPO de las que sencillamente nunca he oído hablar. Por el contrario, es el propio consistorio el que tira adelante con el arreglo de la avenida e imagino que ya se le compensará de alguna manera, lo que hace que el asunto no huela muy bien o que cuando menos resulte más borroso que claro. Pero si este caso nos puede llegar a extrañar no menos asombroso parece lo que sobrevuela el centro comercial de Torrecárdenas, puesto que si una de las últimas cosas que supimos era que un juzgado estableció que la promotora Bogaris debía devolver al ayuntamiento los aprovechamientos comprados por 6 millones de euros y empezar éste de nuevo la reordenación, lo último que hemos conocido es que es el ayuntamiento quien paga a la promotora casi 2,7 millones para liquidar el acuerdo al que se llegó después de que un tercero denunciase ese extraño reparto de la edificabilidad que se hizo en la zona porque claro, vemos el centro comercial, pero sólo intuimos lo que se construirá de residencial alrededor. Lo de Bogaris y el Ayuntamiento de Almería es como esos asuntos en los que parece que todos tienen prisa por pasar página para que nadie se fije demasiado en lo que subyace en este importante proyecto del que sólo se habla de las marcas que vendrán a vender y de los 1.200 millones que se invertirán. Que no está mal, pero no son todas las claves. Ni mucho menos.

Todas estas cosas o cosas como ésta son las que generan cierto miedo sobre el puerto ciudad, porque sencillamente se trata de ese gran proyecto que puede suponer el gran salto de la capital hacia un modelo abierto verdaderamente al turismo ya que, mas o menos, su puesta en servicio debe coincidir con la llegada de la alta velocidad a la ciudad. Es decir, que de no tener nada de nada podemos pasar a tenerlo casi todo para competir en la primera división de las ciudades.

Y ahí es donde empiezan las dudas, ya no sólo por la peculiar gestión del urbanismo que se ha llevado en Almería durante los últimos años, y muestra de ello son tanto el toblerone como el centro comercial de Torrecárdenas, sino por la forma en la que se rematan las tareas o se mantienen los logros. Y siendo mucho más concretos o directos podríamos preguntarnos cómo se explica que el Ayuntamiento de Almería se entusiasme tanto en poner el proyecto entre sus objetivos prioritarios cuando no ha sido capaz, en 20 años, de eliminar los malos olores que invaden la parte baja de la rambla, una obra que cambió la ciudad y cuya parte más espectacular es sencillamente la más lamentable.

Qué puede aportar el Ayuntamiento de Almería a un modelo de puerto ciudad cuando en los últimos quince años no ha tenido una sola idea para revitalizar o dar algún sentido al Parque Nicolás Salmerón, y ya no hablemos de la conservación del Paseo Marítimo, desde la misma fuente de la ballena o del geiser que nunca funcionó hasta la mismísima universidad cuyo único acceso es una triste rotonda pese a ser la única que está a orillas del mar.

Si no son capaces de terminar con los olores de la desembocadura de la rambla, un asunto que terminó en la misma fiscalía provincial, ¿de verdad creen que tienen una mínima credibilidad para liderar proyecto alguno en el que no exista aprovechamiento urbanístico? Un filósofo francés decía que para que una intención sea buena es menester que no sea interesada, y mira por donde que no veo yo a este equipo de gobierno con ese rol.

¿También apestará el puerto ciudad de Almería?
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