martes. 23.04.2024

Elena Torres, teleprensa.com Almería

El no lo necesita, pero tal vez una, en su condición de periodista siente el impulso de dar su apoyo a Piqué. Que todo se ha ido de las manos está más que claro, pero aun así renunciar a hablar como si ello ‘hiciera daño’ me parece tirar la toalla para abrir las puertas a ‘otras maneras’. Que se recrimine al futbolista catalán por tener ideas políticas, mojarse y opinar públicamente me parece que es no entender en absoluto la democracia, precisamente quien más se parapeta en ella para deslegitimar lo sucedido este pasado 1 de octubre. Que algunos aficionados de la Roja pidan ‘su cabeza’ por entender que ‘no es merecedor’ de lucir los colores de la Selección, puede considerarse hasta una opinión siempre que no pase a mayores ni se actúe con violencia, pero que desde la profesión periodística se recrimine al jugador por expresar sus ideas políticas en público, me parece haber perdido el norte del todo.

Claro que como el tema catalán apenas ha arrancado una nueva fase de su historia aún tendremos que escuchar más desmanes, como la ‘sugerencia’ de empezar a llamar al Ejército para resolver el conflicto. Puestos a desvariar, el Rey también ha salido a escena y no tengo yo muy claro que precisamente sus palabras hayan servido para apaciguar ánimos, dado que su discurso se ha encaminado más a avalar al Gobierno que a trasladar la necesidad de buscar una salida en la que cada vez hay más ciudadanos involucrados y a los que parece debemos dar la espalda, dado que no queremos escucharles.

No se que le pasa a este país pero parece que eso de expresar lo que uno piensa, más si es contrario a ‘norma’, no está bien visto. No sólo eso, es denunciable, perseguible. El grado de intolerancia que arrastramos se hace tan espeso que así es improbable avanzar en ese diálogo deseable, aunque cada vez parece que lo es para menos gente. Se impone el monólogo.   

Se impone el monólogo
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