jueves. 28.03.2024

Romualdo Animado

Juan Antonio Palacios Escobar

Romualdo se había llevado de aquella visita, como diría Ángela Merkel “un recuerdo para toda la vida “. Se sentía pletórico  y entusiasmado. Se repetía una y otra vez si sería posible que en todas las experiencias futuras pudiera borrar los malos recuerdos y conservar solo los buenos., tal y como estaban investigando algunos científicos estadounidenses.

Establecía una gran química con los que trabajaban con él, escuchando y dejándose asesorar y demostrando con su solidez y seguridad que el apego a ciertas cosas o aparentar ser otras personas, lejos de proporcionarle beneficios le convertía en un títere de las circunstancias.

Tenía una gran ventaja al trabajar en aquello que le gustaba hacer, aunque era consciente que necesitaba una renovación total, superando esa instalación en la apatía y reaccionando para que las ideas fluyeran con rapidez y armonía.

En el respeto a sí mismo y a los demás, no consentía que nadie le presionara o le chantajeara y afrontaba cada jornada como si fuera la última sin que el desánimo ni la pereza se apoderaran de su voluntad. Y aunque sabía que no era el momento de mudarse, tal vez si fuera el de cambiar de aspecto.

Necesitaba un tiempo para organizarse y comenzar una nueva etapa en su vida. Se le estaban abriendo puertas con las que no contaba y un mundo nuevo lleno de posibilidades que desconocía. Estaba ante el reto de desconectar de la rutina y volver a empezar para encontrar una sorpresa y una novedad en cada esquina y en cada minuto.

A Animado nadie le podía arrebatar aquellos buenos momentos y desde el carisma de su normalidad era agradecido en todos sus gestos, siendo discreto  y sin desvelar sus puntos débiles, sabía moverse con habilidad entre rupturas y reformas, bailes y danzas, iguales y desiguales, mostrándose fuerte y guardando  sus secretos.

RA era capaz de llegar a conclusiones buenas y lograr acuerdos interesantes, apoyaba a quienes tenían nuevas ideas e iniciativas, animaba a todo el que asumía un compromiso que a él le pareciera coherente y alentaba a quien desde la honestidad sufría algún bajón de ánimo.

Era una persona sería pero no triste y lo observaba  todo con ojos tranquilos y cariñosos. Su mirada irradiaba energía y bienestar. Estaba atravesando buenos momentos de paz y compañía agradable, sin boquetes ni grietas, sin penas ni castigos.

Cada día era más consciente que no tenía sentido preocuparse por demasiadas cosas, y que era un ejercicio inútil  ponerse obstáculos y barreras a experiencias positivas, que no debía negarse sin previamente valorar qué era lo que le ofrecían.

Animado era considerado una persona honrada, austera y ejemplar, que en sus actuaciones tenía la eficacia como objetivo y la legalidad como límite y combatía con toda sus fuerzas aquello de “quien hace la ley, hace la trampa”

A pesar de su optimismo genético era alérgico a los incompetentes , a los irresponsables y a los rapaces y se mostraba rebelde ante quienes pretendían manejar las máquinas del poder desde los aparatos administrativos y burocráticos, inundándonos en papeles o exigiéndonos mil y un requisitos, todo bajo el maquillaje de la ley , o aquellos otros que tras la trinchera de la tecnocracia determinan toda las decisiones políticas y le irritaba sobremanera la partidocracia cuyos integrantes dedican casi todo su tiempo a continuar y mantener su poder, al margen de los intereses generales y de los objetivos  de la comunidad.

Romualdo Animado
Entrando en la página solicitada Saltar publicidad