viernes. 19.04.2024

Elena Torres, Teleprensa.com Almería

La muerte súbita e inesperada de la senadora Rita Barberá, ex alcaldesa de Valencia y ex del PP, ha levantado todo tipo de reacciones y manifestaciones políticas. La primera ha tenido lugar nada más comenzar la sesión que había prevista en el Congreso de los Diputados donde se ha pedido un minuto de silencio en su recuerdo, algo que en las filas de Unidos Podemos se ha entendido como un ‘homenaje político’ del que no han querido ser partícipes. La verdad es que es difícil entender la reacción ‘ofendida’ expresada desde las filas del PP, además de ser una gran hipocresía.

Rita Barberá había declarado hace apenas dos días ante el Tribunal Supremo como investigada por blanqueo de capitales en el PP valenciano, y en las últimas horas cuando se preguntaba por ella en el partido, -estuvo nada menos que 40 años militando en el partido conservador que le obligaron a dejar cuando el Supremo abrió la causa-, las respuestas ni siquiera la mencionaban en un claro intento por distanciarse como de la ‘peste’ de alguien que habían decidido no tenía cabida en el PP. Pues bien, tras conocer su muerte, precipitada y dramática, todos sus ex compañeros le han querido dedicar palabras de elogio y ‘cariño’. Se ha reconocido su dedicación al PP, la ‘excelente política’ que ha sido, la ‘mujer honesta’, el ‘referente’ que representa…, todo ello bastante incompatible, a mi juicio, con que el PP ‘deje escapar por imposición’ a todo un modelo de persona entregada al servicio público. En esta ocasión el que mejor ha atinado con sus declaraciones ha sido el ex presidente del partido José María Aznar que no ha dudado en lamentar que Rita Barberá ‘haya muerto habiendo sido excluida del partido al que dedicó su vida’. 

Pero si grave es reprochar el comportamiento de terceros por no ‘inclinarse’ ante una ‘gran política’ a la que has dejado caer, más grave es aún que su muerte quiera ‘cargarse’ sobre las espaldas de los medios de comunicación por su ‘linchamiento’ y ‘persecución brutal’. Definitivamente en este país algunos políticos deberían ya dejar la vida pública. Una retirada a tiempo nos evitaría, como mínimo, dejar de escuchar sandeces.

Reacciones hipócritas
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