sábado. 20.04.2024

Javier A. Salvador, teleprensa.com

Sencillamente no me creo los datos de desempleo que está dando el Gobierno. Lo que sí creo es que alguien ha aprendido a maquillar los resultados, que se utilizan otros parámetros y que al final la realidad es muy distinta a la que cuentan las fuentes oficiales y que la mayor parte de medios publican sin rechistar. No se trata de ninguna manía conspiratoria, sencillamente he dejado de creer en un sistema que lejos de dar oportunidades a todos las quita a la mayoría para que sólo unos pocos puedan acceder a ellas. Y muchos creerán que es un chorrada, pero también lo era cuando economistas y profesores de universidades advertían de que las auditorías de las cuentas se maquillaban desde mucho antes de la crisis, que el Tribunal de Cuentas del Estado Español no es garante de nada porque ayuntamientos que han pasado sus dictámenes han sido puestos patas arriba por la fiscalía cuatro días después y, si quieren que profundicemos aún más en el mundo de las mentiras institucionales hablamos del rescate bancario.

El caso es que se hace muy difícil de tragar la bola de una España que va bien cuando el índice de precios al consumo entra en números negativos. Es decir que los precios decrecen porque nadie consume, y cuando no se compra en una sociedad consumista como la nuestra es porque, sencillamente no hay un euro en las calles. Bueno, rectifico, hay  gente que se esta haciendo muy rica a costa de lo mucho que se están empobreciendo millones de familias.

Hemos pasado de una España de expectativas, en la que todos estábamos orgullosos de que cualquier chaval pudiese estudiar una carrera que antes era sólo para becados o gente de la casta, a una sociedad que vive atemorizada porque no sabe si mañana tendrá o no trabajo. Hablamos de gente cuya única certeza a día de hoy es que ponerles en la puta calle es lo más fácil y barato de los últimos treinta años.

No me creo los datos económicos que ofrece el Gobierno de España porque los están haciendo los mismos tipos que lideraron Lehman Brothers hasta su caída en España y Portugal, es decir, esa banca de inversiones que decía que todo iba bien mientras metía el virus de las hipotecas basura en el tejido económico mundial hasta que éste quebró. Y cómo lo hicieron, maquillando datos año tras año.

Sinceramente creo que todo lo que se habla de recuperación económica es, sencillamente, una cortina de humo para que no prestemos atención a la cascada de condenas, ingresos en prisión y nuevas denuncias sobre mordidas o pagos de comisiones que literalmente le llueven al Gobierno de España.

Pero si preocupante es esa situación, no lo es menos la de un PSOE, principal partido de la oposición y con ello garante del cumplimiento de las reglas del juego democrático que, inexplicablemente, guarda silencio, que no pide dimisiones, que no planta cara y que deja la puerta abierta a que se extienda la duda del silencio por complicidad.

Hemos llegado a situaciones tan absurdas entre sociedad y poder como la vivida hace unos día en Almería, donde una tarde un grupo de empresarios, y otros que lo fueron, se reúnen y nada menos que en un teatro, como el que representa una comedia. Exigen infraestructuras, en concreto el tren de alta velocidad, y la respuesta al día siguiente es que PP (partido que gobierna en el Estado), PSOE (partido que cogobierna en la Junta de Andalucía) e Izquierda Unida (Junta de Andalucía con el PSOE), acuerdan en un pleno de la Diputación Provincial pedirse a ellos mismos una mayor celeridad en la construcción de esa infraestructura. 

Y todos contentos.

Perdonen que les diga, pero alguien miente en toda esta película y me da la impresión de que no es la gente de la calle. Ahora bien, que la solución está entre esa gente de la calle y que ese movimiento empieza a palparse es un realidad que unos ya ven y otros esperan como agua de mayo. Y ello quiere decir que la única realidad tangible en este momento es que el modelo de Estado y paralelamente el sistema político actual, incapaz de terminar con la crisis y mucho menos con la corrupción en sus propias filas, sencillamente se ha acabado.

¿Quién se cree los datos del paro?
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