viernes. 29.03.2024

No perdamos nunca los sueños

Ana Mancheño, teleprensa.es Huelva

Recuerdo el colegio donde pasé los últimos años de la llamada entonces Educación General Bàsica y, también recuerdo, al que por entonces fue y sigue siendo  el autor que más marcaría mi vida. El gran Miguel Delibes.

Recuerdo el primer libro que los profesores me mandaron leer “Los santos inocentes” y que causó en mi corta existencia una profunda reflexión, impropia para una niña de trece años. Con el paso de los años he vuelto a leerlo y siempre me deja la sensación de que los que nada tienen, a nada les dejan aspirar. Si no es a estar bajo el yugo de los que lo tienen todo.

Con la muerte de este genial escritor vallisoletano, se fue una figura de la talla de Lorca o Cervantes. De la misma manera que con las medidas de austeridad tomadas a diestro y siniestro por los geniales poderosos(o no tanto) se va muriendo, poco a poco, la dignidad de los que por tener, es lo único que les queda. Dejando con ello el corazón desnudo, desahuciada  a la persona y el alma rota.

Así como escribía Delibes, en la austeridad de las tierras castellanas, con sus áridos paisajes y una vida discreta, callada y sencilla, así, pretenden los que no quieren que tengamos voz que vivamos, callados y discretos, sin molestar. Porque el ruido molesta y los desamparados del sistema si se unen  pueden hacer mucho ruido. Se hacen leyes para protegernos pero ¿protegernos de qué? Del sistema, de ese universo que sólo tiene derecho a gozar unos pocos, mientras otros muchos sufren en silencio. Siempre he pensado que el respeto nos hace más temido que el miedo y actualmente hay  pocos que sean dignos de tan “respetable” palabra. 

El ser humano posee unos derechos inherentes desde que nace, el derecho a soñar, a imaginar y, al igual que las historias que narraba Miguel Delibes, que nos hacían viajar  con él a través de sus personajes, no perdamos  nunca los sueños, ni la imaginación  que teníamos en la niñez, pues esto es sólo y exclusivamente de cada uno y no habrá geniales poderosos que nos lo arrebate nunca.

No perdamos nunca los sueños
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