Erika Mendoza, Psicóloga
Quienes nos sentimos identificados en las luchas sociales en favor de la juventud, conocemos las necesidades que se presentan en materia económica, social, cultural y hasta psicológico-emocional.
En términos muy generales los adultos tienen una perspectiva negativa del joven, ya que aún, se nos consideran inexpertos e incapaces desde lo educativo, laboral y social. Lastimosamente en nuestro ambiente romper el paradigma ha sido difícil, por que representamos más que una amenaza un cambio total para las generaciones.
Una nueva sociedad exige que el papel de la juventud sea visibilizado y que se cumplan roles de empoderamiento, para crear y generar más espacios políticos y sociales que permitan aportar ideas, pero también, acciones en favor de la juventud.
Si hacemos énfasis en las acciones que realizan diversas organizaciones de la sociedad civil, existen elementos como voluntad, perseverancia y determinación, indispensables, características de las y los jóvenes que se involucran en movimientos sociales y que convierten automáticamente procesos de emprendimiento juvenil, en empoderamiento juvenil sin buscar el beneficio individual.
Es admirable a lo largo de mi espacio social profesional observar y tener como referencia a las y los jóvenes de diferentes departamentos de Guatemala, que trabajan y luchan por que sus derechos y demandas sean tomados en cuenta. Cabe mencionar que inspiran y traspasan las barreras sociales impuestas por la estructura actual. Aprovechando el espacio felicitar y agradecer a los jóvenes de la Organización Qawinaqel, Palin, Escuintla, por el desarrollo de actividades culturales y de formación en temas de realidad nacional enfocados en juventud, en el XVI Congreso y VIII Festival de Juventud.
Teniendo así la voluntad de consolidar el tejido social, la juventud debe tener la certeza que los cambios deben darse y se debe aportar, para desarrollar una cultura de emprendimiento social juvenil.