jueves. 25.04.2024

Jose Cuadrado

ALMERÍA.- Tenía 17 años cuando supo que el mundo es oval. Lo descubrió tras mover dos grandes piedras en su camino: la primera, un físico endeble, y la segunda, la falacia de que el rugby era un deporte solo para brutos. Este personaje de la mitología rugbier almeriense situó sendas columnas a ambos lados para marcar la senda y tras diluir las tinieblas, y todos pudieron ampliar el mundo conocido. La creencia de que todo acababa en el fútbol se hizo añicos, pero Jose Cuadrado no se conformó con ello, sino que predicó con palabra y con ejemplo. Como presidente de Costa de Almería, apoyó la unión, y como jugador de URA, recibió el encargo no de doce, sino de diez trabajos –batallas restantes desde el inicio de 2017-. Su reaparición en el XV levantó a las tropas cruzadas. La permanencia es posible

 

Era la jornada 13, fin de semana después de Reyes, y tocaba viaje a Madrid, uno más, para medirse a Cisneros Z. Se retomaba la competición tras el parón de Navidad y fue la primera vez que Cuadrado entraba en una lista de Pablo Jiménez esta temporada. Se define a si mismo como “un loco empedernido del rugby desde hace muchos años”. De hecho, cumple este 2017 dos décadas exactas haciendo familia deportiva. Sin ir más lejos, el propio Jiménez tiene para él la consideración de “hermano”, y Juan de Luque la de “padre”. Este último fue el que le dio “una esperanza de vida de una semana”, ya que lo veía como un “larguirucho con gafas, y las gafas haciendo más bulto que el cuerpo”.

 

Fue de las pocas cosas en las que no acertó el que por entonces era el míster del incipiente equipo de la Universidad, año 1997. Jose fue Cuadrado haciendo un trabajo físico muy grande para hacer honor a su apellido: “Este, en cuanto le den dos golpes se va a su casa, y mira, llevo ya unos cuantos años aquí con él”. Ello se ha debido a lo que el rugby le dio desde el principio: “La sensación de equipo, la sensación de grupo, la sensación de hermandad que tiene”. No hay nada comparable: “He hecho otros deportes pero nunca federado, solo rugby, y fue empezar y al año siguiente me puse a entrenar a niños con Pablo Jiménez, y desde entonces aquí”. Tenía 17 años e idénticas ganas que ahora.

 

De esas primeras aventuras en el Virgen del Loreto o en el Lope de Vega han salido buenos jugadores, como Quisquilla o su hermano Benjamín, justo lo que desea que sea la base de un mañana espléndido: “Me atrevo a soñar en un equipo gigante, me da igual que sea en División de Honor A o en B o incluso en Regional, porque lo que quiero es una base gigante, 200 niños en el campo para jugar, para mí eso es el sueño, y ojalá que podamos tener la máxima categoría, es más, creo que lo vamos a conseguir, pero debe ser una pirámide con una base gigante, y esa es la que nos tiene que llevar; no quiero un equipo A sufriendo en la categoría”. Está tranquilo porque los pasos se están dando.

 

No puede evitar ser “muy ambicioso” viendo que se están produciendo brotes: “Roquetas gracias a Pablo y a Manolo Fraile, en Huércal Overa gracias a Pedro, un veterano que tira del carro y un equipo que se incorpora al grupo de URA, El Ejido, Adra, Carboneras… una serie de equipos que cuando empezamos a darle reflote desde abajo van a haber una base enorme, niños con calidad para llegar a División de Honor A sobrados, estoy seguro; hay que ser un poco moderados porque si tenemos prisa por llegar arriba eso conlleva muchos gastos, mucha gente, tener que fichar más… y quiero jugar en la máxima categoría con gente de Almería, con 23 de Almería”.

 

Por ahora, en lo que se trabaja, además de en la cantera, es en permanencia del primer equipo, cuya trayectoria tuvo un giro desde que se reincorporó Jose Cuadrado: “Yo me siento muy orgulloso de haber aportado algo, que creo que lo he aportado, pero la base ha sido el empuje del equipo”. Es marca oval: “A mi el rugby lo que me ha enseñado es a no rendirme nunca, dura 80 minutos y hasta el final yo no miro el marcador, me da igual que vayamos por arriba o por abajo; ahora mi físico no es para todo el partido, pero sí intento aguantar el 100% todo el rato que estoy en el campo, y si voy perdiendo 100-0 voy a jugar con la misma intensidad que si voy ganando 100-0”.

 

El rugby no va de machacar al contrario, sino de “yo voy a jugarlo, a intentar sacar el partido para adelante apoyándome en mis compañeros”. Reconoce que “es verdad que eso no lo tenía el equipo al principio, ya que sí bajaba un poco el rendimiento cuando encajaba ensayos, se notaba en el ánimo de la gente, y ahora no”. El ejemplo más cercano lo tiene en la remontada ante Industriales tras ir 20-5 por abajo y remontar: “A los niños se lo digo cuando estamos en los entrenamientos, para mí es un orgullo llevarles el agua, si me dejan sentarme en el banquillo ya es la leche, y si juego ya es una orgía, porque el aportar algo a este equipo es un orgullo”.

 

URA no se basa en quién mete el ensayo, sino en quién ayuda a meterlo: “Lo mete uno, pero detrás de ese tío vamos a estar todos, el que lleva el agua, el que trae el botiquín, el que va a los entrenamientos… entonces esto es más que tener a un equipo en División de Honor B, es un proyecto de empuje de todos”. Y luego está la grada, esa con la que siempre soñó y que ahora es una realidad y un orgullo: “En los campos a los que vamos lo primero que nos dicen cuando estamos en el tercer tiempo es que ‘vaya grada tenéis’; ha costado mucho pero ahora está esa mentalidad de apoyar a tu equipo en lugar de insultar al árbitro o al contrario; en un campo de fútbol tú llegas e insultas, y en un campo de rugby animas”.

 

Cuando eran pioneros en lo de sacar escuelas, teniendo de todas las edades y con resultados sorprendentes como hacer equipos campeones de Andalucía, tenían un deseo ahora cumplido: “Ojalá que el rugby de Almería llegue a un sitio grande y que se vea en todos sitios, y por fin ha llegado; hay veces que te tienes que pellizcar para ver si es verdad o mentira”. A ello ha ayudado mucho la alianza, y Cuadrado, como presidente de Costa de Almería, se entendió con Marcos Zenón, como presidente de El Ejido Rugby: “Tuvimos varias reuniones y URA nace de su ilusión por tener un equipo arriba y por la mía de tener gente competitiva en el equipo y darle un empujón al rugby de Almería”.

 

Entre el traer jugadores de fuera y el contar con los de la casa se llegó a lo que hoy día es el Proyecto URA presidido por Miguel Palanca: “Hemos creado escuelas y hemos hecho fichajes”. Los resultados han sido magníficos: “Nos ha desbordado un poco la situación a todos porque no pensábamos que ni íbamos a llegar tan pronto arriba, ni que íbamos a tener una masa social y una base como la que se está moviendo; jamás en la vida habría imaginado ver el estadio como está, solo en el Europeo femenino en 2000 porque estaban todas las jugadoras de todas las selecciones”. Es una satisfacción, además, decir “mi grada se comporta como mis jugadores en el campo, con honor y derecho”.

 

Se buscará seguir creciendo reclamando respeto: “Lo que necesitamos ahora es un poco de ayuda porque los medios que tenemos son muy limitados, lo que necesitamos es que el Ayuntamiento cumpla y nos entregue el estadio, hacer más eventos y más horas de entrenamientos para los niños; si conseguimos que nos apoyen un poco más, techo no le veo al proyecto, al contrario, es una masa social que sigue creciendo y que va a ser mucho más grande”. Percibe por la calle que en simpatía el equipo también está creciendo, como le llega cuando conduce a los almerienses en los autobuses de Surbus: “La ciudad va a agradecer el cambio y ese empuje sé que se lo podemos devolver”.

 

Los vínculos que genera el rugby jamás se cortan, como el suyo con Pablo Jiménez: “Para mí es un dios, íntimo amigo desde hace tantos años que lo considero un hermano; tengo mucha relación con él, mucha complicidad, y lo admiro profundamente como trabajador; en el rugby es de las personas que más saben de las que conozco, y conozco a unos cuantos, y creo que también está poco valorado para lo que hace porque lo tenemos siempre aquí, cuando es de las personas que mejor prepara los entrenamientos, que más estudia, es súper disciplinado, se lo curra muchísimo, y cuando tiene algún déficit no duda en decirlo y en pedir ayuda, por lo que siempre sale airoso”.

 

Tampoco considera bien valorado a Juan de Luque, sin el cual el rugby no sería lo mismo en Almería: “Si tengo que hacer una mención especial es para él, un tío que personalmente ha aportado mucho, que movía cielo y tierra para el dinero de los autobuses por ejemplo, lo mismo que hace ahora Palanca pero a menor escala”. Gracias a él salieron varios niños campeones de Andalucía y Jose Cuadrado lo considera su “padre deportivo”. Ahora el viento sopla a favor con la Selección Española haciendo resultados de mérito y los medios de comunicación haciéndose más eco del deporte oval, lo que el flanker de URA llama la “descentralización del fútbol”. No quiere medallas, agradece la vuelta de los que un día se apartaron y jugará mientras pueda estar de pie.

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