miércoles. 24.04.2024

Javier A. Salvador, teleprensa.com

'Los cuervos de la democracia' es el título del nuevo libro de Marcial Vázquez, un peculiar politólogo que aporta su especial granito de arena para hacer entender al lector que, pese a todo, la izquierda moderada es el camino que necesita esta España de ojos morados a base de hostias que le ha dado la crisis, pero claro, como en todo hay un pero, y en este caso se trata de que esa izquierda tiene que reencontrarse en el camino que confluye con la gente y no con los intereses propios de aquellos que dicen que representan las ideologías que, sencillamente, dejaron de defender hace años.

Aunque cueste reconocerlo, cuervos que no han ayudado mucho a esta democracia los hay no sólo en los partidos políticos, también en los medios de comunicación y especialmente en esa perversa relación entre editores y partidos, que no es exactamente lo mismo que entre periodistas y políticos aunque, quizás, los acomodados silencios de unos y otros han hecho que al final todo se generalice y que el resultado sean tan sencillo y obvio como la pérdida de credibilidad tanto de los políticos como de los propios medios.

Siempre he dicho que es una barbaridad tener que leer periódicos como país, mundo, periódico o correo para poder juntar las distintas versiones de una misma información, y ya es grave hablar de versiones en lo que respecta a información que debe contarnos hechos. Una vez todos juntos, metes esos contenidos en una coctelera y, con el resultado, haces ecuaciones tan complicadas como las utilizadas para medir las audiencias,- siempre supuestas y poco reales-, para finalmente obtener un extracto que puedas señalar como la verdad de todo lo que se cuenta.

Los medios de comunicación no hemos sido testigos imparciales en esa corrupción que no habla del dinero que un político se lleva a su casa expoliando la caja de todos ciudadanos, sino de esa otra que dejó en el cajón del  olvido los valores de una sociedad, los pilares de su adn y hasta sus ideologías. Hemos llegado a un punto en el que sólo vale el 'sálvese quien pueda' y si por el camino me dejo a algún competidor actual o futuro evitando que pille cacho, pues mejor que mejor. Es decir, pura economía.

Durante años hemos visto con buenos ojos que los políticos comprasen medios de comunicación con fines absolutamente claros. En Almería el secretario personal del alcalde de la ciudad que apoya Ciudadanos era administrador de una televisión que luego cedió al yerno del actual presidente de la Diputación, el mismo tipo que cuando la cerró por su ilegalidad manifiesta contrató a su responsable como asesor de la institución provincial. En el plano general vimos como al PP le interesó que sus votantes migrasen de un mundo que para ellos como partido era incómodo para conducirles como borregos hasta una nueva marca que le diese siempre la razón.

Las cuentas de resultados de los medios de comunicación, a día de hoy, son rehenes de administraciones públicas que no reparten con criterio alguno de equidad y ¿qué hacemos los medios? sencillamente luchar para estar entre el grupo de los favoritos. Hacemos lo mismo que las empresas que se dedican a la obra pública, hacemos lo mismo que cualquiera que se sienta cómodo en un mundo en el que las corruptelas menores o mayores son un modo de vida.

El otro día Marcial Vázquez me pidió que hablase de la relación entre medios de comunicación y políticos. Acepté, -aunque con un dolor de muelas terrible-, pero con cierta incomodidad porque ni era el sitio ni el lugar. Hice parte de mi trabajo preguntando a varios amigos, ajenos a los medios, cómo veían ellos esa relación, pero me da vergüenza repetir algunas de las respuestas y no soy precisamente de esos que se nieguen a escribir un ¡por qué coño! que ponga un párrafo en su justo lugar.

El lector nos pide independencia, pero el lector no quiere pagar por leer noticias. Identifican la publicidad institucional como la compra de medios, pero ellos no ponen publicidad en los medios críticos con el régimen de turno para que esas administraciones no vean que alimentan a quienes le critican.

¿Hay solución a todo ello? Claro que la hay y creo que el camino pasa precisamente por el último puente tendido, y se llama colegio de periodistas.

¿Saben dónde tendría que ir la publicidad de las administraciones públicas de Almería si se repartiese con criterios reales de audiencia? Pues sencillamente a Marca, El País y As

Ahora bien, que si queremos podemos seguir posponiendo ese incómodo debate que propone Marcial Vázquez y ya, en un futuro, cuando tengamos que llevarnos los periódicos a plataformas como Facebook o Twitter por nuestra propia incompetencia o egoísmo, hablamos del problema. 

Es decir, casi ya.  A la vuelta de la esquina.

Los cuervos de la democracia
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