viernes. 19.04.2024

¿Las wikingas sacaron de la crisis a Islandia?

Francisco Mancera

Desde el 29 de Enero de 2015 vengo clamando, en este mismo medio, que Quiero ser islandés (http://www.teleprensa.com/almeria/quiero-ser-islandes.html). Para revalidar mis anhelos he leído Crónicas de Islandia del periodista John Carlin, publicado en Mayo de 2016 por la editorial La línea del horizonte: Una antología de artículos periodísticos sobre Islandia publicados en el periódico El País en 2006 (la economía islandesa iba como un misil), en 2008 (en plena crisis) y en 2012 (cuando Islandia ya había salido de la crisis que nos tiene atenazados). El librito es magnífico, de muy fácil lectura y muy recomendable.

Constato con alegría que Islandia es el país que yo imaginaba, más allá de su gestión de la crisis económica que ya conocía. El libro permite verificar que la Economía no es la especialidad del autor. Apreciado Señor John Carlin: esta crisis que empezó en 2007 y aún nos dura, es una crisis de inflación de activo de libro de texto (también conocidas como burbujas especulativas). Si la crisis dura tanto es debido a que se aplican políticas económicas, que ninguna escuela de pensamiento económico prescribe para salir de ella. Pero curiosamente estas políticas económicas vienen muy bien a la banca mundial y particularmente a la banca alemana. No lo digo yo, lo dicen premios nobeles como Krugman y Stigliz. Aún estoy esperando que algún premio nobel de economía defienda la política implementada y prescrita desde la Alemania de Merkel.

La tesis defendida por Carlin en su libro es que Islandia ha salido antes de la crisis porque las mujeres islandesas se han puesto al mando del país: primero para limpiar los estropicios que los hombres han originado y luego para seguir gobernando el “barco”. Voy a aceptar pulpo como animal de compañía, que empieza por P. Admito que en una crisis de inflación de activo es imprescindible que gran cantidad de agentes económicos se dediquen a la mera especulación, y es condición necesaria la colaboración activa de la banca que les conceda, a estos agentes económicos, préstamos especulativos (aquellos cuya finalidad es comprar un activo con la única intención de venderlo, amortizando el préstamo, cuando haya subido su precio lo suficiente para obtener un pingüe beneficio). Esto mismo viene ocurriendo en todas las crisis económicas originadas en una inflación de activo desde la crisis de los tulipanes en el siglo XVII. Y en eso los genes ancestrales vikingos de los hombres islandeses pudieron tener mucha culpa: infravalorar el riesgo, confundiendo valentía con temeridad suicida. Posiblemente las vikingas que quedaban en el hogar mientras sus maridos se marchaban a sus particulares razias, tengan una percepción más realista de los riesgos e incertidumbres inherentes a la actividad económica. Sin embargo el menosprecio al riesgo no sólo lo sufrieron los países escandinavos (con genes vikingos) sin todo Occidente, entre ellos España. Y no sólo en Islandia se han aplicado criterios de gestión empresarial con mayor dosis de aversión al riesgo. Luego las islandesas deben haber hecho algo distinto al resto. Ya traté este asunto en mi artículo: Quiero ser islandés (enlazado al inicio de este) señalando los elementos diferenciadores de la gestión islandesa de su crisis, que les ha permitido salir de ella, no tiene sentido que los vuelva a enumerar aquí. Pero, sin pérdida de generalidad, puedo aceptar que en esta gestión, las islandesas han tenido un papel preponderante. 
Aceptar la tesis de John Carlin tiene, en mi opinión, un augurio terrible para la humanidad.  Si las islandesas han tenido que enmendar los errores de los islandeses y si a esto le añadimos que Islandia es el país del mundo con mayor igualdad entre hombres y mujeres (según el Fondo Económico Mundial (2012)). Es fácil concluir que nos queda no un Mundo, sino un Universo por recorrer en el sendero de la igualdad, hasta alcanzarla de facto. Ya que se constata que la diferencia entre hombre y mujeres en Islandia sigue siendo abismal... tanto que ellas tienen que enmendar los desaguisados de sus compañeros masculinos. Nótese que no hablamos de corregir los errores de tal o cual persona, sino los errores cometidos por el género masculino.  Porque, en mi opinión, no se habrá alcanzado la igualdad plena entre hombre y mujer hasta que sean indiferenciables los actos y errores que comentan "los" unos y "las" otras como grupo.

by PacoMan

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