viernes. 19.04.2024

Javier Salvador, teleprensa.com

Pese a que la mayor parte del sector político español creerá que España y buena parte del mundo vive estos días pendiente de lo que ocurre en el FITUR de Madrid, lamentablemente para ellos y después de la pasta gastada en promoción, las informaciones que mantienen a los españoles en vilo esta semana son, principalmente, la toma de posesión del nuevo gobierno en Cataluña, entendida desde mil sensibilidades distintas y por raro que parezca, ahora si que si, la causa Gürtel y el morbo que ha levantado en la redes sociales el hecho de que el tal Correa diga estar ya dispuesto a tirar de la manta.

Cataluña y su parlamento, esa fuente inagotable de acaloradas tertulias de café mañanero enfila la recta de final del que puede ser todo un gran espectáculo. Imaginen por un momento que Puigdemont pone toda la carne en el asador, consigue llegar a España como lo hicieron las urnas del procés y se cuela en el Parlament. Y puesto a imaginar intenten visualizar la escena con Puigi, abreviatura amistosa de Puigdemont, con una peluca similar a la que utilizó Santiago Carrillo para moverse por Madrid antes de la legalización del PC, solo que éste en el hemiciclo catalán para que le voten como presiente. 

Sería una imagen perfecta. La bancada nacionalista partiéndose las manos a aplausos, mientras que el portavoz del PP, García Albiol se rompe los dedos llamando a la policía para que entren a detenerle 

¿Sería posible que le detuviesen allí mismo? Tengo que preguntarlo.

El problema que tenemos con la crisis en Cataluña es que se nos cruza con el caso Gürtel y las sesiones por el juicio de la trama valenciana. Ahora que los acusados han decidido cantar, y después de que los empresarios también encausados confirmasen que pagaron facturas destinadas a cubrir los gastos de campaña del PP, ponen a Mariano Rajoy, como presidente del PP y parte de esos presuntos beneficiarios a título lucrativo, en un papel muy complicado para imponer el cumplimiento de norma alguna. Vamos, que hoy mismo resulta poco creíble el papel de la Diputación Provincial del PP de Almería en el denominado caso facturas, porque parece que acusan a otros de lo que debieron inventar en su partido.

Si la historia era poco complicada, ahora resulta que hasta el propio fiscal anticorrupción de la trama Gürtel en Valencia se suma a la recusación de Juan Pablo González, el juez que debería redactar las próximas sentencias del caso, porque hasta él mismo entiende que no es muy normal tenerle ahí, si fue nombrado por el PP en anteriores cargos, y además la propia Ana Mato, ya condenada en esta trama, fue de las que participó en su nombramiento como Juez de enlace en París. Flaco favor a la imagen de la adjudicataria en España que siquiera existiese la posibilidad de su mas mínima participación en la causa, pero ahí está. Si ya lo decía Baltasar Gracián en El Criticón “justicia hay, y no puede estar muy lejos, estando tan cerca la mentira”.

Ahora vuelvan a imaginar a Puigi siendo votado como presidente, mientras la policía intenta detenerle y el partido en el gobierno de España, el PP, es al mismo tiempo abierto en canal en los juzgados donde se ve estos días el mayor caso de corrupción que conocemos. Ni comparar con la imagen de un rey al que recibe un robot para inaugurar la feria del turismo.

La feria está entre Cataluña y Valencia
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