sábado. 20.04.2024

Homenaje Bicentenario

Juan Manuel Rojas, #teleprensacolombia

Hace unos días se informaba por todos los medios que Robin Williams, el actor de Hollywood, fue encontrado muerto en su casa, al parecer de asfixia por suicidio. Sin embargo, todos los personajes que encarnó fueron, para muchos, inolvidables. Para mí sus mejores películas de todas las que hizo, aunque debo confesar que me gustan casi todas las que ví fueron Mrs Doubtfire, La Sociedad de los Poetas Muertos y Good Morning Vietnam pero no puedo dejar de mencionar el Hombre Bicentenario.

Si bien el título de la película era bastante sugestivo, nunca dejamos de ver al robot, ni siquiera cuando se convierte en humano, minutos antes de morir. He querido titular esta columna de hoy gracias a esta película que nos hizo soñar, u horrorizarnos, con la posibilidad de tener un “esclavo” cibernético que atendiera todas nuestras órdenes, pero que gracias a su cerebro positrónico logró aprender, utilizando la lógica, sobre ciertas conductas humanas para llevarlo finalmente a “rebelarse” de su rutinario destino.

Es interesante ver cómo algunas películas de Hollywood nos muestran cosas que parecen ficción pero que a los pocos meses son noticia. Como el caso de las películas acerca de clonaciones para luego enterarnos sobre Dolly, la primera oveja clonada. En el caso de la película que menciono, veíamos como lejanas esas eras en las que los robots sirvan a los humanos y, que fuera de eso, tengan rasgos humanos. Actualmente podremos encontrar a robots que se desplazan, o que hablan, o que hacen alguna tarea, pero también los hay de aquellos que realizan todo lo que he mencionado. Cada vez son más complejos y eso ya no es ficción.

Si bien el Hombre Bicentenario nos preparó para aceptar a los robots como parte cotidiana de nuestra mundana vida, también nos mostró algunas “bondades” del desarrollo de órganos artificiales que cumplirían las mismas funciones de sus homólogos de carne en caso de que llegasen a fallar, que seguramente lo harán en algún momento.

Y creo que no es necesario hablar de las corporaciones que producen y desechan versiones mejoradas y obsoletas de un software o mercancía electrónica con el fin de continuar al frente del monopolio. Aunque también las muestran en la película, es algo que se enfrenta contra otros desarrollos realizados en un garaje polvoriento y oscuro (¿no les parece familiar el cuadro?).

Como se puede vislumbrar Robin Williams con su fallecimiento no nos deja solo películas para disfrutar superficialmente, en la mayoría de ellas hay unos mensajes muy profundos que vale la pena retomar, aprovechen, ya casi empiezan los homenajes y maratones desus películas en la televisión por cable de su preferencia.

 

#JuanManuelRojas - Columnista de TeleprensaColombia

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