jueves. 25.04.2024

Germán Generoso

Juan Antonio Palacios Escobar

Germán muchas veces se preguntaba cuál era su verdadero papel en la sociedad que le había tocado vivir, un mundo en el que primaba el individualismo, el egoísmo y la búsqueda del placer sin pensar en las necesidades de los demás.

No se dejaba llevar por las apariencias y prefería a la gente que demostraba quien era con sus hechos, y su altruismo de entregarse a los que le rodeaban  no le hacía ser un ingenuo, sino alguien dispuesto a considerarse útil por beneficiar a los otros.

Generoso no necesitaba demasiado para vivir bien, por ello estaba dispuesto a compartir todo en cada momento,  y no perdía ocasión de repartir besos y sembrar afectos. Cada vez que conocía a alguien, procuraba tender puentes de confianza.

Cada minuto pensaba en plantearse proyectos de ayuda para mejorar la vida del prójimo. Siempre estaba dispuesto a ser voluntario en cualquier causa por duro dificultoso que fuese. En esa ayuda sin esperar recompensa, de forma desinteresada, sembraba un calor, una gran positividad y un enorme optimismo.

Nuestro protagonista, llevaba el camino de la longevidad, ya que a sus 87 años, se encontraba perfectamente, sabiendo superar; entre normalidades y excepcionalidades; cualquier problema que se le planteara, siempre  tenía una respuesta que le hacía abrir todas las puertas, por muy difíciles que le parecieran.

Sabía, que a veces las cosas no fluían como pensaba, pero era capaz de mantener la calma y la paciencia, y con su tenacidad sortear las curvas, alcanzar las cimas y descender por las pendientes sin estrellarse. En sus andares y caminos no entendía de exigencias y mucho menos de chantajes.

GG cada jornada renovaba sus ilusiones con el objetivo de cumplir sus sueños, y siempre sostenía que había oportunidades esperándonos. Creía en las emociones que le hacía gozar, en las sensaciones positivas, en los afectos que le motivaban y le daban fuerza y que alejaban de él las ansiedades.

Su discreción le hacía abordar buenas acciones desde el anonimato y sin ninguna publicidad, pero eso no le impedía dar la cara ante los problemas y nunca miraba para otro lado ante las dificultades de sus amigos.

Era capaz  en cada momento,  si era necesario actuar de forma protectora, contener los ataques de los mediocres y envidiosos, sostener con bondad a quienes se pudieran caer y tranquilizar a quien se sintiera nervioso  e inquieto.

Procuraba ir ligero de equipaje, soltando las mochilas pesadas del pasado y viviendo plenamente el presente, dejando atrás hábitos perjudiciales, avanzando  hacia lo nuevo de forma valiente y optimista. Era el animador de todo tipo de situaciones, entre la frescura de su lenguaje, la espontaneidad en sus actitudes y la audacia en sus propuestas.

El tiempo , ese gran sabio , que todo lo cura y lo relativiza, le había enseñado , a no desviarse con falsas promesas , a quererse más y aceptar su sombra como su eterna compañera, a llevar la edad y las arrugas con mucha dignidad , a no precipitarse y analizar concienzudamente los pros y los contras.

Había descubierto, entre rastros escondidos y pruebas evidentes, que ayudar a los demás es lo más bonito que existía, una de esas cosas sublimes que nos satisface y nos hace grandes. En su senectud se sentía realizado como nunca: las semillas que había plantado estaban dando su fruto, podía emprender el camino sin retorno, con la satisfacción del deber cumplido.

Germán Generoso
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