viernes. 19.04.2024

Galicano Genérico

Juan Antonio Palacios Escobar

No era un medicamento, ni  alguien determinado por su género. Lo cierto y real es que jamás concretaba en sus actuaciones y como buen actor sabía adaptarse a distintos papeles, normalmente secundarios. Galicano no tenía sentido del humor ni poseía el don de la ironía.

Sabía que la clave estaba en la reacción y la rapidez de las respuestas ante las situaciones, que algo podía ser increíble pero que ninguno de nosotros somos imprescindibles. Andaba de aquí para allá con los cinco sentidos en alerta, entre escuchares, decires aromas, sabores, probando  elixires y brebajes y poniendo a prueba su tacto con las diferentes texturas.

Como jamás especificaba, nunca podíamos averiguar cuando se movía en el círculo de lo íntimo y lo privado y el espectáculo público y ruidoso, las pobres gentes frente a las gentes pobres o el algo más que palabras frente al mucho repleto de gestos.

Genérico apreciaba a  casi todo el mundo y no menospreciaba a casi nadie. Sabía moverse entre la contundencia y la fragilidad, entre el mestizaje y la riqueza de culturas, sin sentirse enjaulado ni acorralado, y conociendo  a que sitio ir en cada momento aunque se moviera mucho.

Siempre tenía  necesidad de terminar sus historias aunque en la mayoría de las ocasiones no supiera muy bien como acababan, entre amenazas y arideces incapaces de  expresar sus sentimientos ni de poner música a sus sueños y esperanzas.

Su ilusión le impulsaba a abrir las puertas y  ventanas cerradas, a asomarse a los balcones y  a todos a entrar  en sus aposentos. Era prodigo en caricias y odiaba las despedidas, por eso gustaba  de los encuentros que de los abandonos y daba valor a lo importante sin sobrevalorar lo insignificante.

GG era más de los agraciados que de los desgraciados, de los susurros que de los gritos, de los amigos que de los enemigos, de las soluciones y resoluciones, que de los fundidos y confundidos, de los afectos y los efectos que de las presiones y suspensiones.

Estaba pasando una mala racha y el afecto de un viejo amigo le venía muy bien. Era alérgico a la mentira y rebelde ante el miedo, por eso se esforzaba cada día a actuar con eficacia, ser positivo y productivo, y procuraba que le sobrara tiempo.

No solía fabricarse una visión clara de la realidad hasta no reunir todas las perspectivas, mientras no se arriesgaba ni embarcaba en nuevas aventuras., ya que en demasiadas ocasiones  se había topado con la paradoja de la comedia de los tristes y la tragedia de los alegres.

Galicano se había propuesto tener paciencia, armarse de valor  y aprender a hacer cosas diferentes., y en ese camino estaba dispuesto a superar la pereza y buscar todo lo divertido y novedoso., sin adormideras ni discusiones acaloradas.

Estaba dispuesto a dejarse sorprender por la vida, para que esta le ofreciera siempre algo diferente. , ya   que si se aferraba a creencias fijas, estas le limitarían.  Normalmente era valiente y era capaz de hacer lo que le pedía su corazón.

No concebía  a los pájaros que no vuelan ni los artistas que no sueñan. Necesitaba desconectar y recargar pilas. Hacer aquello con lo que disfrutara, sin tensiones ni esfuerzos estresantes. Había aprendido que enrocarse ante las críticas  era da dar la razón a quienes la ejercían.

Entre chutes de fantasía y bofetadas de realidad, había descubierto nuevas maneras de presentar lo que el resto de la humanidad sabía.

Galicano Genérico
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