jueves. 28.03.2024

Filemón Favorito

Juan Antonio Palacios Escobar

Era un pirata en toda regla, aunque sin parche ni pata de palo, un buscador urbano , imbuido en sus soledades y silencios , que sin embargo provocaba un gran ruido en su alrededor. Se sentía artista y vanidoso, y era maestro en moverse entre  peligros y calamidades, obteniendo  éxitos incomparables  y derrotas cotidianas.

Filemón sabía que en un abrir y cerrar de ojos podía fotografiar  y escanear  todo lo que le rodeaba o no ver nada por mucho que se empeñara en mirarlo con las lentes de mayor aumento. Y en otras ocasiones la vista le engañaba y descubría lo minúsculo de lo grandioso y lo impresionante de lo pequeño.

Aunque a veces su testarudez le impedía abrirse a todo lo bueno que le rodeaba, le gustaba  adentrarse en territorios inexplorados. No descartaba nada y en su vida el tiempo tenía otra dimensión, las horas pasaban como si fueran minutos y estos como si se condensarán en segundos.

En su madurez y a sus 57 años había aprendido que todos tenemos que morir, que la muerte no es ni más ni menos que el último  capítulo de nuestras vidas. Aunque vivir y morir sean tan distintos, resultan inseparables. No pueden vivir el uno sin el otro.

Las cosas habían cambiado desde su infancia, y ahora podía, a través de su móvil, tener el mundo en el bolsillo  Lo que hacía unos años le hubiera parecido magia o un imposible, hoy era una realidad en cualquier momento y espacio.

Cada día se ponía manos a la obra y se esforzaba en que las cosas le salieran lo mejor posible, ya que sabía que no se trataba de tirar la moneda al aire para ver si salía cara o cruz.  Su laboratorio de ideas era, con sus caras partidas y sus espejos rotos, como un campo de dudas traidoras que le hacían retroceder en la consecución de sus objetivos.  

En su pragmatismo, no trataba de aderezar los conflictos sino de buscar soluciones. Era hora de que pusiera en valor sus cualidades y el sentido de su vida. Tenía que abrir los ojos y contemplar la realidad en toda su dimensión, sin orejeras.

Tenía que ser valiente y afrontar las cosas tal y como eran. Coger el toro por los cuernos y dejar de resistirse a todo lo bueno que la vida le ofrecía. No podía someterse ni resignarse porque nuevas oportunidades estaban a punto de surgir y debía estar preparado, ya que siempre había algo que podía cambiar para mejor.

En demasiadas ocasiones se sentía sensible y vulnerable a las palabras y los comentarios de los demás. Debía centrarse en vivir su vida y olvidar el resto. Era el momento, con iniciativa, inteligencia, firmeza, astucia y valentía, de tomar una decisión radical sobre aquello que le estaba limitando.

Favorito estaba dispuesto a no perder el tiempo y comprometerse con sus sueños, con su espíritu travieso, hacer frente a las falsedades e imposturas de los personajes que le rodeaban y superar angustias, dramas, rabias y dolores para no dejarse arrastrar hacia el abismo.

Estaba dispuesto a llenar de sonrisas el espacio, a  reducir la cantidad y mejorar la  calidad en sus actuaciones,  a rechazar los acuerdos vergonzosos y admitir las discrepancias honestas, a estimular las ideas reales y validas frente a las teorías y las retóricas inútiles.

Se sentía en plena forma para conseguir todo lo que se le pusiera por delante. No podía quedarse anclado en la zona de la comodidad. Salir de allí era costoso, pero merecía la pena.

Filemón Favorito
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