viernes. 19.04.2024

En la naturaleza, el ser humano está en casa

Teresa Antequera Cerverón

Donde estén mis amigos los animales, que en lo profundo de su corazón no tienen malicia, allí donde la naturaleza me habla, allí donde los elementos hacen sonar sus melodías, allí estoy en casa, dice Gabriele la autora de estas líneas.

 

Y continúa de esta forma: “El Espíritu infinito me ha mostrado y me muestra que Él es el Espíritu universal, el Creador de todo ser, y la fuerza que actúa en la gran unidad infinitamente multiforme de la vida. Las fuerzas de los elementos contienen la energía vital del Uno universal. El aire canta su canción en el movimiento de las hojas y de las nubes, canta su canción con el movimiento de los arbustos y de las hierbas. El sol hace brillar las hojas y las flores, que hablan de los matices de la luz e irradian la canción del sol. La gota de agua tiene su especial melodía que luego hace brillar clara como el cristal, y que la naturaleza percibe agradecida como totalidad. La tierra abre sus poros y muy poco a poco se hunde en ella el brillo cristalino. La canción del agua suena entonces en honor del Creador a través de la tierra y de la naturaleza, y hay florecimiento, crecimiento, maduración. 

Los elementos y la naturaleza se entregan en el fruto, que canta la canción de todas las canciones de la naturaleza al regalarse a los hombres y a los animales. Las canciones de los elementos, de los árboles, arbustos, flores y hierbas forman como unidad la grandiosa sinfonía de la unidad, que se manifiesta en los frutos y que sólo se puede oír bien con el corazón”.

En la naturaleza, el ser humano está en casa
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