jueves. 25.04.2024

Javier Salvador, @jsalvadortp

La urbanización de El Toyo se ha convertido en una bomba de relojería a cuyo contador le queda muy poco recorrido. Los vecinos están hartos de una situación absolutamente opaca, de un supuesto oasis de Alborán que se ha convertido en un engaño de mastodónticas proporciones, en el que se prometía una urbanización de lujo, con una población estimada de 19.000 habitantes, más 4.000 viviendas de las se que anunciaba que más del 70% estaban vendidas y la generación de más de 2.000 puestos de trabajando. Pero la realidad es terriblemente distinta. 

Apenas hay unas 1.500 personas viviendo y buena parte de ellas lo hacen aprovechando la oportunidad de alquileres muy bajos. Los solares sin construir abundan y la mayor parte de lo edificado está en manos del llamado banco malo, dedicado a vender los apartamentos por debajo de los 50.000 euros. La gestión de la Entidad de Conservación de El Toyo está en manos de tres personas, muy lejos de las 2.000 que iban a trabajar en el entorno, pero siguiendo el generoso estilo del consistorio almeriense, que tiene el alcalde más caro de toda Andalucía, el llamado alcalde del Toyo, que no es más que el gerente de la entidad, Gerardo Manuel Vizcaíno García, se lleva mensualmente, aproximadamente, 5.000 euros entre nómina (más de 4.000) y coche con cargo a la entidad, concentrando en una sola persona casi el 60% del capítulo de personal. Y ni tan si quiera él vive en la urbanización.

Los vecinos quieren el vallado de zona, y el motivo es obvio y sencillo. Entre los propietarios pagan casi un millón de euros al año en mantenimiento de áreas ajardinadas y limpieza, pero las zonas verdes se han convertido en el lugar escogido por no residentes para celebrar fiestas al aire libre de todo tipo, desde bodas a barbacoas. Las estructuras de los edificios sin construir han pasado a ser zona de esporádicas acampadas de los llamados sin techo, y nadie pone fin a un despropósito por el que unos apenas pagan uno 25 euros al mes, pero que a otros viene a costar los 10.000 euros mensuales por suelos que sin el desarrollo prometido no valen nada. 

El Toyo ha pasado de ser una urbanización que se vendía al público como la gran inversión para revalorizar propiedades inmobiliarias, a convertirse en un agujero negro de la depreciación que la actual dirección de la entidad de conservación, la misma en los últimos 10 años, no ha sabido reconducir.

Pese a su carácter privado es el Ayuntamiento de Almería quien tiene el mando. El presidente de la entidad debía ser el concejal de Urbanismo. según marcan sus estatutos, pero en la actualidad es el de Servicios Urbanos, Juan José Alonso, algo que los vecinos tampoco terminan de entender. Ni eso, ni el hecho de que si son ellos quienes pagan, por qué no pueden decidir quién es la persona adecuada para estar al frente de la Entidad de Conservación El Toyo o qué empresas son las que deben prestar allí los servicios.

Así las cosas, el caro alcalde de Almería Ramón Fernández Pacheco tendrá que empezar a calibrar si ese cementerio de elefantes en el que ha convertido Eel Toyo, encaja con su prometida política de transparencia o cuando menos en sus pretensiones de tener opciones a la alcaldía enfrentándose a las urnas. Si la entidad de conservación se le viene encima, no menos peso tendrá que aguantar con el caso del campo de golf de la misma urbanización, ya que no se entiende que después de pagar cuatro millones de euros a los dueños de la concesión, precisamente por no cumplir con lo mismo que se prometió a los propietarios individuales, no se haya producido ningún cambio en los modelos de gestión. Bueno, entenderse se entiende, porque en Galasa, la empresa púbica del agua de la Diputación llevan dando pérdidas varios años y en los seis últimos, gestionados por el PP, tampoco se ha hecho cambio alguno en la dirección. Y sí, la culpa también a va a ser la oposición, pero no por haber pasado antes por el gobierno de la ciudad, sino por lo blanditos que están siendo al permitir que El Toyo sea ese retiro chollo de sueldos descomunales a cambio de nada.

El Toyo que se nos viene encima
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