sábado. 20.04.2024

Javier A. Salvador, @jsalvadortp

España es el país que más caro va a pagar la crisis económica, sencillamente por el hecho de que según la Comisión Europea hay 48.000 millones que se prestaron a bancos que no se van a recuperar. Estábamos tan acojonados con lo que pasaba a nuestro alrededor que callamos, nos escondimos debajo de las piedras y  al final ya se sabe, de aquellas lluvias vienen estos lodos. 


El Gobierno independentista de Cataluña pregunta abiertamente a todos los españoles qué derecho tiene el ejecutivo de Mariano Rajoy a fiscalizar sus cuentas, cuando son los mismos que le han pegado un bocado a la hucha de las pensiones de más de 30.000 millones de euros. Si a esto le unimos el hecho de que no hay informativo en el que no se hable de la financiación ilegal del Partido Popular que dirige el Gobierno de España, a los independentistas les resulta extraordinariamente fácil seguir haciendo populismo, calentando sangre, aunque sepan que van hacia una batalla perdida. Es decir, que a los independentistas ya no hace falta decirles eso de que los catalanes mantienen a los andaluces o extremeños para calentarles la boca, ya sólo es necesario que sepan que los compañeros de García Albiol, el nuevo Cid conciliador versión popular, llevan 80.000 millones de euros en la cuenta de pérdidas mientras el resto de España sencillamente callamos.
Pero no hay que irse muy lejos para tener claro lo caro que nos sale el silencio, porque si nos ponemos a hacer números nos daría un síncope.  Por ejemplo, qué está costando a Almería la paralización de la obras del Ave, o el hecho de que la desoladora de Cuevas de Almanzora sólo sirviese para un desfalco millonario de Acuamed, mientras los campos se agrietan por falta de agua y las grandes empresas empiezan a estudiar cómo independizarse de una administración central que no es capaz de cubrir sus necesidades básicas.
Hemos estado demasiado tiempo callados, como lo estuvimos mientras vimos cómo cuatro diputados por Almería, tres del PP y uno de Ciudadanos,  votaban sí a unos presupuestos generales del estado que han condenado a la provincia a otros tres años de retraso en sus infraestructuras mas urgentes.
El silencio sale caro y otra prueba de ello serán las consecuencias de haber obviado durante tantos años los casos de silicosis asociados a los nuevos usos en el sector del mármol, y la pregunta es ¿hasta cuando estaremos callados? Y es cierto que quien todo lo calla tiene paz, pero no debemos olvidar que en el hombre necio el silencio se toma por sabiduría.
Tenemos que hacer cuentas, porque estar callados nos hace perder dinero y parecer un país de tontos.

El silencio sale caro
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