miércoles. 24.04.2024

El Plan Urbanístico más caro

Joaquín Jiménez, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Almería

Todos los años por estas fechas llegan los anuncios de turrón, entre ellos uno que sigue formando parte del imaginario colectivo pues, Navidad tras Navidad, persiste en su eslogan de ser el más caro del mundo. Nada que objetar. Cada cual se gasta el dinero en el turrón que le guste y le permita su bolsillo. Cosa muy distinta es cuando se trata del turrón ajeno, como por ejemplo, el dinero que, con mucho esfuerzo, los y las almerienses entregan a su Ayuntamiento en concepto de tributos y tasas. Ese es otro turrón.

Allá por el año 2003, cuando este alcalde llegó a su despacho en la Casa Consistorial -hoy instalado en su palacete del Preventorio-, observó que las actuaciones urbanísticas de la ciudad venían ya determinadas por el Plan Urbanístico que había diseñado su antecesor en el cargo, Juan Megino, allá por 1998. No tardó ni un año en encargar a una consultora la revisión de ese plan. Corría ya 2005, año de los Juegos Mediterráneos, cuando aprobó inicialmente lo que sería el nuevo PGOU. Ambos mandatarios, Comendador y Megino, venían dispuestos a jugar al monopoly y necesitaban un plan para no errar en sus maniobras. El libro de instrucciones para esa partida en la que él y ahora Venzal llevan ya enfrascados diez años, se lo encargó a una empresa externa, revisado después por técnicos municipales, por el módico precio de 2,5 millones de euros, que traducido a la moneda de entonces serían más de 400.000.000 pesetas-sí, han leído bien, cuatrocientos millones-.

Pero, he aquí lo más curioso, superada la década y los 2,5 millones de gasto, el Plan General de Ordenación Urbanística no ha llegado a aprobarse. Tres mandatos consecutivos del Partido Popular en la ciudad no han  servido para culminar esta gesta ya que, ni siquiera, tuvieron en cuenta la opción de adaptar el documento en vigor a la Ley del Suelo de Andalucía, con lo que han tenido que ir parcheando aquel primer borrador de PGOU hasta el agotamiento. Por el camino, convenios tan arriesgados como el de La Salle, la Compañía de María o el Parque Comercial de Tejera de 100.000 metros cuadrados junto al cementerio, algunos de los cuales se están resolviendo por la vía judicial.

Pero persisten y, como el turrón, el PGOU vuelve a ser objeto de discusión en el pleno. El próximo lunes se someterá a su segunda aprobación provisional y no sabemos si por incapacidad, por desidia o por intereses desconocidos para nosotros, pero de haber sabido la chapuza en que se iba a convertir la aprobación de un nuevo PGOU, les habríamos animado a que adaptaran el Plan del 98; nos habríamos ahorrado el gasto precipitado de 2,5 millones de euros por un borrador que bien podrían haber realizado técnicos municipales, no habríamos perdido más de diez años parcheando y, lo que es más importante, podrían haber consensuado los futuros desarrollos del municipio con los agentes sociales de la ciudad, por aquello de la participación. Así que el próximo pleno veremos más de lo mismo: el turrón, el de siempre.

El Plan Urbanístico más caro
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