jueves. 25.04.2024

El Cervantes y Marruecos

José Carlos Cabrera, Arabista y mediador intercultural

La entrega del premio Cervantes de literatura este año  de 2014 al escritor Juan Goytisolo no sólo es una magnifica noticia para la literatura en general sino que saluda y da la enhorabuena también al mundo de cierto arabismo o quizás de un nuevo arabismo. El nuevo premio Cervantes 2014 destaca por muchos aspectos, pero quizás el mas llamativo y a su vez menos común, es por su conocimiento de su país de adopción; Marruecos.

Muchos pueden decir que Goytisolo pudiera no ser un arabista en el stricto sensu de la palabra, ya que no figura en su formación reglada el estudio de la Filología árabe e incluso él mismo no se considera como tal, pero queda fuera de toda duda su interés y conocimiento tanto de la lengua árabe marroquí como de su cultura y forma de entender el Islam.   

Más allá del dominio o no de una lengua o una literatura, el jurado lo premia “por su voluntad de integrar a las dos orillas, a la tradición heterodoxa española y por su apuesta permanente por el dialogo intercultural”. Mas allá de la polémica que en cierto ámbito intelectual puede haber suscitado su premio, aún así, parece muy importante y relevante que en los tiempos de desconocimiento mutuo con la religión musulmana y con el propio Marruecos, se premie y con ello se ponga en valor lo contrario, lo raro, el interés por el otro, el abandono de uno mismo para buscar la empatía, la búsqueda de nuestro reconocimiento cultural para poder confrontarlo con lo otro. 

Volvemos con este premio a tornar la mirada hacia el sur, hacia un raro compatriota afincado en un país con el que tradicionalmente hemos llevado un vecindad dificultosa y cuya falta mas grave por nuestra parte ha sido siempre la de no querer comprender, no solo el porqué de ese desencuentro, sino quiénes son estos vecinos. 

Desgraciadamente hay muchos ejemplos de ese desapego por el vecino en nuestra comarca que apenas es comprensible y que no tiene parangón en otras fronteras no tan lejanas. Recuerdo que en mi último viaje a Extremadura conocí a varias personas que estudiaban el portugués en el instituto de idiomas de Badajoz. Sin desmerecer dicha lengua, a la cual adoro, el portugués tiene una importancia “fronteriza” de apenas ocho millones de personas.

Ejemplos de ese desapego y de esa falta de interés son los recientes casos de la desaparición de la fundación “Dos Orillas”, que ofertaban cursos de lengua árabe marroquí, o que hayamos visto languidecer una biblioteca especializada en temas árabes como pocas en toda Andalucia en esa misma fundación, o que todavía actualmente la Autoridad Portuaria prefiere formar a sus trabajadores en francés en vez de en la lengua madre de los vecinos, perdiendo así la oportunidad no solo de comprender sus palabras, sino de conquistar sus corazones, o que la cámara de comercio no haya querido programar, como se le han ofrecido, cursos de coaching para entornos multiculturales o protocolo para mundo árabe.

Quizás los únicos que resisten numantinamente, pero con escasa visibilidad, sean los del Aula de Estrecho de la Universidad.

De nuevo este premio aparece como una oportunidad más, como una nueva campanada, para volvernos a decir que quién sino nosotros, los afincados en el Campo de Gibraltar, somos los mejores ubicados para desarrollar ese papel en el futuro. 

El escritor y arabista Emilio G. Ferrin, cuando fue jurado del Príncipe de Asturias de Humanidades, en seis ocasiones le frenaron la candidatura a dicho premio de Juan Goytisolo, premio que aún no tiene. Por lo tanto, todo indica a que ahora dicho premio puede augurar un espacio más amigable a un mutuo conocimiento, que quizás venga acompañado incluso de un acercamiento por fin sin recelos y desde la humildad.

Cuánto vale este exilio, esa humildad con la que el mismo escritor se denomina “nasrani” (extranjero) en Marruecos. 

El Cervantes y Marruecos
Entrando en la página solicitada Saltar publicidad