jueves. 28.03.2024

¿Donde jugarán los niños?

Zulay Montero Maldonado, teleprensa.com Granada

Una imagen ha dado la vuelta al mundo, un pequeño (no está claro si niño o niña) se rinde ante la cámara. Con los brazos en alto y la sombra de la resignación en su cara. Pensaba que lo que le apuntaba era un arma y no una simple cámara.

Resulta que la imagen se ha vuelto viral. Esa palabra que es el oro de nuestros días, el arca perdida que todos ansían conseguir. Y la imagen en cuestión tiene nada más y nada menos que tres años. Mirando esos ojos infantiles me ha dado por pensar ¿que será de esa personita?. ¿Seguirá sufriendo un drama que dura ya cuatro largos años o habrá perdido la vida en uno de tantos ataques?. De pequeña me asombraba escuchar que las estrellas estaban tan lejanas que cuando las veíamos (porque su luz llegaba hasta nosotros) puede que ya se hubieran apagado. Hoy he vuelto a pensar en las estrellas que se apagan sin que nadie sea capaz de mantenerlas encendidas.

Y de repente esa imagen no me ha resultado tan extraña. Una cámara puede ser un arma mucho más poderosa que todas las pistolas del mundo.

Vivimos días convulsos en los que la vorágine informativa que nos rodea nos hace olvidar que somos ciudadanos del mundo. Lejos de las etiquetas que marcan nuestro DNI en el momento del nacimiento. A veces parece que la tragedia solo toca Europa cuando viene de la mano del propio ser humano. Y entonces todos los medios corren raudos y veloces a buscar explicaciones que traigan algo de sentido a nuestra realidad.

Y lo cierto es que hay cosas que no se pueden explicar. Existen comportamientos y acciones que no responden a ningún razonamiento lógico. Durante años Europa fue testigo sordo y mudo de las atrocidades que se cometían en el mundo. Ahora que la tragedia amenaza nuestra estabilidad empezamos a entenderlo. Entender aquello de que el hombre es un lobo para el hombre.

El único ser lo suficientemente cruel para enseñarle a un simple niño lo que significa rendirse ante las armas. Tres años han pasado de esa foto, casi tres meses de la masacre de Paris y una semana del accidente de Germanwings. En la antigüedad temían que las hambrunas, tragedias y los desastres naturales destruyeran el mundo. Con el tiempo lo hemos superado. Ahora estas amenazas no son nuestra peor pesadilla, ni siquiera los terroristas o asesinos. Lo que de verdad da miedo es la indiferencia y el olvido. 

¿Donde jugarán los niños?
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