martes. 23.04.2024

Javier Salvador, @tpjsalvador

Hay demasiadas ocasiones en las que creemos que el maltrato se termina cuando entiendes que el agresor ha quedado al descubierto, cuando todo el mundo le identifica como tal, pero si no le plantas cara al final siempre vuelve a las andadas y los síntomas se repiten. No hay forma de dialogar, te humilla, ridiculiza cualquier forma de expresión que no apoye su postura, te aísla y limita tu acceso al trabajo, al dinero, a los recursos materiales. El maltratador roba o se endeuda con tu propio dinero y te convierte en rehén.


Podríamos seguir con una serie de pautas, comportamientos que definen el maltrato, pero no se trata sólo de cómo identificarlo, sino de pararlo, denunciarlo y no parar hasta que le pones fin, porque ésta es una batalla en la que sólo puede quedar uno, y la víctima no tiene que ser siempre el perdedor porque en ese caso es la sociedad, en su conjunto, la que pierde realmente.


Cuando hablamos de maltrato tendemos a identificar esas claves en el comportamiento de personas hacia otros seres vivos, generalmente de hombres hacia mujeres, pero hay un maltrato tanto o más grave que el anterior porque genera desequilibrios, pobreza, frustraciones, fuga de talento y, en definitiva, desaparición de oportunidades.
Almería, como provincia, es una tierra maltratada. Los presupuestos generales del estado son la prueba de ello y la falta de inversiones en la línea de alta velocidad el arma con la que se nos agrede. No hay forma de diálogo posible, de ahí que ni tan siquiera se dignasen a sentarse con la mesa del ferrocarril en la reciente visita del ministro cuando unas semanas antes sus compañeros del PP se apresuraban a no perder sitio en la foto para los periódicos. De ahí a la crítica hacia a aquellos que le reclaman lo que por derecho pertenece a Almería, sabiendo que la mejor forma de someter a esta tierra es teniéndola aislada, sin trenes mínimamente competitivos o aviones a precios asequibles. Pero claro, qué les va a importar a ellos si los asientos de primera clase en el avión de Almería a Madrid o viceversa son utilizados casi exclusivamente por sus señorías diputados y senadores populares. Y ya se sabe, no les cuesta humillar al pueblo, y si no lo creen, recuerden aquello de “que trabajen los gilipollas”.


Sin Ave se limitan las posibilidades de apertura, crecimiento y, desarrollo de una provincia que pierde parte de su talento por esa incomunicación con el resto, pero nada les importa, y mucho menos decir hace seis meses que en breve comenzarán las obras como reconocer después que hasta final de la legislatura no habrá nada de nada. Pero justo en ese momento sí que Almería volverá a ser lo primero, y los anhelos de la provincia pasarán a formar parte de esas medidas urgentes del nuevo ejecutivo si vuelven a ser ellos quienes gobiernen. Y así, mantenidos en un constante altibajo, la provincia se ha convertido en rehén de un grupo de señores que taparon, ocultaron y trataron con personas como Rato, Bárcenas y tantos otros que hoy empezamos a saber lo que se llevaron, lo que ganaron a costa de los demás sabiendo que la caja que desvalijaban era la común, la de todos nosotros.


Si esto no es maltrato, si no somos capaces de identificar los síntomas, tenemos un serio problema.


Pero toca decir basta y exigir que ningún voto de un diputado o senador por Almería apoye esos presupuestos, porque sencillamente hunden a la provincia y tienen que tener claro que ya sean del PP, PSOE o Ciudadanos, van a ser condenados al ostracismo. La traición y el maltrato tienen que tener un precio, y puede que a los diputados y senadores que no sean de Almería, que no vivan aquí, les de igual. Pero ojo con aquellos que saben que puede que dentro de tres años ya no repitan o que unas primarias en su partido le puedan sacar del escaño, porque esos son los que tienen hoy la oportunidad de que les recuerden como valientes, como héroes, y no como cobardes que pusieron la mano antes que el honor.
A Rajoy no debería faltarle un diputado para sacar adelante sus presupuestos, sino los seis que llevan el nombre de Almería en sus credenciales.

Denuncia el maltrato en Almería
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