Juan Antonio Palacios Escobar
En lo más íntimo de su corazón y de su mente estaba albergada aquella voz, formaba parte de sus recuerdos y sentimientos. Le había acompañado durante toda su vida. Era parte integrante de su biografía y un icono de los momentos más importantes de su vida.
De pequeño le había escuchado dedicando discos a diestro y siniestro por santos, bodas, bautizos y cumpleaños. Más tarde poniéndole la música que le servía para los guateques y ya siendo adulto informándole de lo que ocurría a su alrededor hasta ser instrumento fundamental en la recuperación democrática de su libertad.
Era masculina o femenina, la voz salía de aquella radio de baquelita con el paño de cretona en lo alto, y una figurita que todo el mundo tiraba al pasar o pensaba que podía empujar de alguna manera hacia la fractura y no tener que volver a verla.
Decoroso Diverso entre amores y desamores, quería liberarse de cualquier asunto pasado y enojoso. Si no podía alejar los fantasmas, debía enfrentarse a ellos. Tenía muchas presiones y aunque era enemigo de saltarse las reglas, a veces no tenía más remedio.
Y siempre aquella voz , entre sonrisas y buenos momentos, aquella voz que le recordaba que estaba viviendo y él era el protagonista , él que no era ni más ni menos que un oyente, envuelto en los ecos de divertimentos y alegrías , dispuesto a escuchar y aprender.
En un determinado momento, había decidido quitarse aquel peso de encima y sentirse más ligero. Sabía que era la hora de mirar al futuro y que era lo que se presentaba ante él, y siempre aquella voz, como queriendo ser el testigo y el eco de su vida.
Aunque perdiera una y otra vez, jamás se sentía derrotado y empezaba de nuevo una y otra vez. En ocasiones sentía pletórico por el cariño de quienes le rodeaban y en otras una profunda soledad dentro de la selva de las redes sociales.
Debía liberarse de los malos pensamientos, a pesar de que dominaba las situaciones de tensión de estar entre la espada y la pared. Era capaz de apaciguar cualquier tensión, desactivar movidas inquietantes y olvidar pensamientos desagradables.
Superando las carreras sin rumbos y los paseos sin destino, pregonando coplas y dando rienda suelta a las emociones, el éxito había llamado a su puerta y debía abrirla para que entrara todo lo bueno. Era el momento de soltar todo lo viejo y apostar por todo lo que estaba por venir.
La vida le había enseñado que el esfuerzo daba resultados y que podía cumplir aquellos sueños que venían de lejos. Su atractivo se veía potenciado hasta límites asombrosos y aprovechando lo mejor de sus encantos, la gente caía rendida a sus pies.
A veces quería abarcar demasiado y eso no le beneficiaba. Estaba dispuesto a mirar hacia adelante con valentía y optimismo., por encima de insultos y desfachateces, distinguiendo el genio del ingenio, la sustancia del accidente, las aprobaciones de las prohibiciones.
Aunque se supiera mayor, ante aquella voz que siempre le había acompañado, quería con su espíritu constructivo y su mano tendida ofrecer su mejor imagen. El enigma le acompañaba hasta el final y mantenía la duda porque en estos últimos momentos continuaba abrazado a la duda si era él, el que había emprendido la partida o aquella voz la que había dejado de acompañarle.
