jueves. 25.04.2024

Bares…Qué lugares

Ana Mancheño, teleprensa.com Sevilla

Recuerdan aquella canción que decía: “Bares que lugares tan gratos para conversar, no hay como el calor del amor en un bar”… Empezaré diciendo que actualmente todo lo que sienta bien o está prohibido, o es políticamente incorrecto decir que te gusta. Y a mí me encanta…Esos lugares en los cuales se hace vida social y se comparten  momentos buenos, menos buenos, regulares o simplemente se comparte, sin más. Porque la vida es más sencilla de lo que la mayoría se empeña en complicarla.

La sociedad, a veces nos ahoga esclavos de tantas y tantas normas, que en vez de hacernos  dueños de nuestra libertad, la coartan amparándose  en que así se preservan nuestros derechos, lógicamente en detrimento de otros. Que según está el patio, no sé yo que será mejor si el remedio o la enfermedad. Será porque cuanto más se controle al personal, menos oportunidad de hacer ruido tiene. Y no precisamente es el ruido de los bares, es  de otro tipo, es del tipo ¡basta ya, déjenme ser libre, ser yo!

En esta nuestra España, hemos pasado de un extremo a otro en cuestión de poco años. Se ha pasado de la  permisividad en casi todo, a no permitirnos casi nada. Y no creo que sea por el carácter  latino, ese que los estereotipos dicen que somos de sangre caliente y  todos esos tópicos que van de un lugar a otro. También es cierto que algunos contribuyen a ello.

Nuestro clima, envidiable para muchos que viven en países fríos, hace que nuestro carácter sea diferente, pero nada más. Pues de otra manera no se entendería que todos los que vienen de esos lugares, donde al termómetro le cuesta subir, cuando llegan al nuestro se cojan las melopeas que se cogen. Estos “turistas” sí que hacen de los bares su  “lugar” particular...

Paseando por las calles de cualquier ciudad o pueblo ya sea grande o pequeño, se puede ver gente - sobre todo en el sur, donde el clima nos regala esos rayos de sol durante bastantes días al año- sentada en la terraza de cualquier pequeño o gran bar. Eso hace que salgamos a la calle, a compartir, a hablar, sí hablar… Por muy raro que parezca hay bares, en los cuales la gente no está “hablando” con el que está a miles de kilómetros, sino con el que tiene al lado, come, conversa, ríe, llora… y a veces hasta canta. Sin más.

Porque como decía, la vida muchas veces tiene la simpleza de un simple bar. Sin cartas con nombres de platos rimbombantes, ni luminoso con un nombre en  inglés. Como alguien dijo “la vida es un diez por ciento como la hacemos y un noventa por ciento como la tomamos”. Y siguiendo la canción de Gabinete Caligari, pues eso  “Bares qué lugares, tan gratos para conversar…”

Bares…Qué lugares
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