viernes. 29.03.2024

Javier A. Salvador, teleprensa.es

La Policía ha detenido en Almería a un tipo que fue condenado a algo así como a 30 años años de cárcel por dos asesinatos en Bolivia. Pidió cumplirlos en España y tras cierto tiempo, con los beneficios penitenciarios y supongo que por su buen comportamiento salió a la calle. A los pocos meses se había convertido en un peligroso atracador que no dudaba en tirar de arma de fuego, pegar un par de tiros y escapar con su botín de joyerías, como incluso hizo en Almería. Pero no me salen las cuentas. Algo falla cuando acabo de firmar en apoyo de una movilización ciudadana para que dejen libre a un chaval que debe entrar en prisión algo así como diez años después del delito, un hurto, si bien es cierto que también había sido condenado con anterioridad por otros casos mas. Pero bueno, este chico tiene mujer, trabajo, hijos y ya no vive en una infravivienda desde la que organiza nuevos golpes delictivos como el del detenido en Almería.


Hace unos años Almería padeció una especie de epidemia de tironeros. Jóvenes delincuentes como Julio el loco, el Mañas, hasta teníamos un Fiti. Recorrían el centro en ciclomotores en busca de cualquier mujer con un bolso en el que diese la impresión de llevar dinero. La Policía, cansada de aquella situación, empezó a darnos no sólo la información de cada detención, sino de cuántas acumulaba cada sujeto en su historia. Así, cuando publicabas algo sobre el arresto de uno de esos delincuentes habituales te llevabas al titular cifras como las 37 detenciones en su historial y cuántas de ellas habían sido en ese mismo año. Recuerdo el caso de un tipo que fue detenido creo que tres veces en una misma semana. Siempre hurtos menores, pero delitos reincidentes.


Por aquellos años había en Almería un gobernador civil, Ramón Lara, cuya seña de identidad era que entraba al trapo de todo. Siempre te daba un titular. Y en un encuentro con la redacción, -en aquellos años escribía sucesos para Ideal-, le pregunté sobre qué fallaba en el sistema para que una misma persona pudiese ser detenida hasta diez veces en un mismo año. Al día siguiente el lío fue enorme. Los jueces montaron en cólera y un tal Javier Gómez Bermúdez recién llegado al juzgado de lo penal 2 de Almería, ahora le conocerán porque fue el magistrado que llevó el juicio del 11M, encabezó la respuesta a aquel gobernador periodísticamente díscolo.


No había internet ni teléfono móviles, al menos no al alcance de todos, así que las historias se montaban con la esperanza de que te durasen al menos un par de días entre acusaciones y réplicas. Aquella se alargó un poco más.


Lara llegó a pedir perdón, a su modo, por haber cabreado a los jueces, pero unos meses después los mismos magistrados que montaron en cólera instauraron los juicios rápidos y poco a poco se fue frenando la puerta giratoria.


Qué falla para que un tipo condenado por dos asesinatos, con una condena de 30 años y que apenas tendrá 40 de edad, esté en la calle cometiendo atracos a punta de pistola. Pues la verdad es que no me salen la cuentas, pero al final parece que las leyes no terminan de ajustarse al momento en el que se aplican, y no se trata de jueces, sino de las herramientas con las que tienen que construir una sociedad en la que quepamos todos.
Pero bueno, tampoco entiendo que un banco subsidiado por el Estado pueda quitarle a un tipo su casa por no pagar estando en el paro, que los bancos no devuelvan ya lo que deben de las cláusulas suelo y que luego recurran lo que quieran o que quienes más dinero ganan sean quienes lo tienen más fácil para esconderse de Hacienda. Y no hablemos de corrupción. Un chaval puede entrar en la cárcel diez años después de cometer un hurto y tras haberse rehabilitado, pero como el juez no sea capaz de cerrar un caso de corrupción en 18 meses el pájaro vuela riéndose de que a personas como usted, o como yo, no nos salgan las cuentas.

Atracador, asesino y en libertad