viernes. 19.04.2024

Javier Salvador, @jsalvadortp

Que el vicepresidente del Gobierno de España, José María Aznar, resurja en Valencia tiene para muchos un significado muy especial, porque sin decir nada, lo deja todo meridianamente claro. El lugar en el que Mariano Rajoy se hizo fuerte (2008), pero también la tierra en la que se han escenificado los mayores escándalos de corrupción del PP y, por si fuera poco, la tierra de esa Rita Barberá a la que todos idolatraban y que murió sola, abandonada y hasta repudiada por el partido que la subió a los altares para dejarla caer mientras tomaba la puerta del Tribunal Supremo. 

Aznar no necesita montar un nuevo partido para desmontar al Partido Popular del que ya ni tan siquiera quiere ser presidente de honor, como dando a entender que no hay nada de honor en ello.

Pero la secuencia de actos a los que el expresidente del Gobierno acudirá en las próximas semanas abren un escenario claro y rotundo, algo así como que lo que él unió sólo él podía volver a separarlo. Y sí, fue él quien convirtió aquella amalgama de corrientes de la derechas, PDP, PL, buena parte de UCD y AP en ese PP que hoy conocemos, pero en el que también se integraron, y ahí está meollo de la cuestión, los partidos regionalistas de derechas o centro derecha como Unión Valenciana (UV), Unión del Pueblo Navarro (UPN) y el Partido Aragonés Regionalista (PAR). Paradojas del destino o casualidades, los que mayor rendimiento electoral tuvieron fueron aquellos que no se aliaron con el PP aún estando en el arco de los demócratas cristianos y el liberalismo como PNV y Convergencia Democrática de Cataluña, aunque sí le hicieron de llave para sus gobiernos en determinados momentos. Sin duda los favores más caros para el resto del Estado.

Ese nacionalismo o regionalismo con camisa y corbata de centroderecha para asuntos económicos, morales y culturales, pero que viste cazadora de centroizquierda asuntos políticos y sociales, ha sido la clave evolutiva de esas regiones ricas a las que todos miramos con envidia por sus infraestructuras y tejido industrial.

Y es ahora, cuando la derecha está a las puertas de una clara fragmentación, ya sea por cambio de ciclo o por el ciclón Aznar, cuando en Andalucía toca recapacitar sobre qué hace falta, qué es eso que no existe pero que se hace tan necesario como el aire que respiramos.

Recuerdo que en 2004 aquel Foro Andaluz de Manuel Pimentel, ex ministro del PP, parecía que iba a cubrir aquel espacio, pero tanto tino tuvo en no hacer daño a sus amigos del pasado que sencillamente taponó sus posibilidades de futuro.

Ahora bien, hagamos balance de lo que consiguen los movimientos democristianos liberales, ya sea en coalición de gobierno o independientemente frente a lo obtenido por regiones como Andalucía en la que derecha no hay más que una, aunque bueno, ahora media más. 

Mientras en Almería la gente llora cada vez que tiene coger el tren por no poder permitirse un carísimo billete de avión para viajar a Madrid, y con las obras del ave paradas desde hace ya casi 2.000 días, en el País Vasco peneuvista están cerrando con el Gobierno del PP madrileño de Mariano Rajoy o Rafel Hernando, el soterramiento de la entrada del AVE o TAV (tren de alta velocidad) no en una capital de su territorio, sino en las tres a la vez: Bilbao, Vitoria y San Sebastián. Si el ave no llega a Almería, ni les cuento la historia del soterramiento del ferrocarril.

Nacionalismo moderado, andaluz y de centro, con un poquito de derecha y otro tanto de izquierda, ese es el futuro de unos votantes que no ven en elementos como el alcalde de Roquetas de Mar y presidente del Partido, y de la Diputación, vamos Gabriel Amat el de las palmeras con GPS, su ideal de representación política.

En Andalucía toca decidir si se quiere una derecha que le ponga el pan barato a catalanes  y vascos o una que se traiga parte de la tajada aquí.

Y si, puede que crean que el análisis tiene mucho de hablar por hablar, pero ahora pongan el reloj a contar para saber lo que va a tardar en nacer un pequeño partido nacionalista valenciano, de corte democristiano liberal, tras la reunión de Aznar con empresarios de la zona, y con la idea de recuperar lo que el PP de los Rajoy, Barberá, Camps y Fábregas, nunca podrá volver a reagrupar.

Como decía un amigo mío: Andaluces levantaos, pero ya que estáis tardando.

Andalucía necesita un PNV
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