martes. 23.04.2024

Amador Lanzado

Juan Antonio Palacios Escobar

Amador se lanzaba al ruedo de la vida con todo sus riesgos sin pensárselo demasiado. Como buen conquistador ni era reflexivo ni resultaba sincero, aunque en el fondo fuera auténtico.. Su deambular de un lado para otro era un pisar en arenas movedizas y un recibir golpes sin saber muy bien de donde le venían.

A veces experimentaba  un profundo sentimiento de ultraje y una incomodidad, ante quienes desde su amoralidad daban lecciones de ética aunque no respetaran las reglas que decían que había que acatar, y tenían la desvergüenza de defender la participación ciudadana desde su autoritarismo.

Sus historias atrapaban a los demás porque no eran relatadas de oídas o  de referencias, sino que las había vivido en propia carne y él era su protagonista. A sus 51 años seguía teniendo un gran entusiasmo, pero había adquirido la serenidad de quien es capaz de marcar distancia con los acontecimientos.

No soportaba a los pedantes que se creían más listos que el resto de la gente, y le dolía el alma cuando topaba con sembradores de desesperanza, por lo que en su positivismo, aunque siempre estaba dispuesto a superar la negatividad,  estaba convencido que en cualquier momento se podía producir la gran noticia que mejoraría su vida.

Sabía que tenía que apostar por sí mismo si quería hacer felices a los demás y desde el momento en que había iniciado ese compromiso le estaban sucediendo cosas maravillosas, que le provocaban una gran alegría no exenta en algunos momentos de ansiedades, dolores, angustias y otros tipos de malestares.

Lanzado era en el fondo una persona sensible y no entendía como había gente que actuara violentamente, como podían existir mentes distorsionadas e irracionales que sintieran y vieran las cosas de manera tan diferente a las demás personas.

Aunque Amador confesaba que a veces había sentido impulsos y reacciones emocionales desmesuradas e incontrolables, producidas por celos envidias, rivalidades e incluso odios. Y en otras había sido víctima de insultos, insinuaciones comprometedoras, acusaciones infundadas e ironías hirientes y medias verdades.

AL controlaba sus impulsos con una gran maestría, lo que le hacía más fuerte y menos vulnerable  a no descargar su frustración y enfado sobre los demás. Había sido educado en valores positivos y universales como la solidaridad, la tolerancia y el respeto a los otros.

Una de las cosas que más le irritaban era la actitud de aquellos que en su egolatría jamás valoran el trabajo que hacen quienes les rodean, Todos los estudios que se realizan sociológicamente arrojan que uno de los grandes motivadores de nuestra existencia, a veces más que el dinero o la recompensa material, es sentirnos valorados y respetados en los que hacemos.

Hay quienes evitan agradecer la tarea que realizan aquellos que les rodean porque  en su egolatría piensan que es un gesto de debilidad, lo que no deja de ser un sentimiento de inferioridad en sí mismo, y olvidan con frecuencia que no se puede llegar a lo más alto solo sino con un equipo que te ayude a descubrir tus fortalezas y a compensar tus debilidades.

Está demostrado, y nuestro Amador en su perspicacia y sabiduría popular lo sabía, los que son capaces de dar con la atención a sus propias necesidades  suelen ser las personas de mayor éxito en cualquier campo.

Amador Lanzado
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