sábado. 20.04.2024

Javier Salvador, @jsalvadortp

Como Susana Díaz se ponga seria con el asunto de las zonas inundables y el PGOU en Almería no se vuelve a dar permiso ni para montar tiendas de campaña. Y menos mal que la presidenta de la Junta vino a Almería un miércoles de sol y no un viernes de lluvia, porque de haber sido así, declaran zona inundable todo el término municipal.

La verdad es que ya cansa esto de pedir soluciones, casi tanto como el hastío que produce ver las obras del Ave paradas simple y llanamente por las preferencias territoriales de un Gobierno que sólo mira al sur para prometer y no cumplir.

Almería no puede seguir siendo una ciudad en la que aparecen charcos hasta cuando pasa el camión que baldea las calles y que a los responsables municipales les importe sencillamente un cojón.

Y sí, es cierto que lo de la lluvia en Almería es divertido al igual que en Sevilla supone una maravilla, pero aquí no es por lo excepcional del fenómeno meteorológico,  sino por el atracón de migas que nos pegamos cada mediodía que caen cuatro gotas. Vamos, que nada mas ver el cielo gris y ya se sabe que se agota la harina de sémola y que el boquerón se pone por encima de los seis euros. Pero quién no come migas un día de lluvia en Almería.

Bromas aparte y por muy chulo que sea eso de ponerse la Hunter para lucir botarrones de plástico de cien pavos, - cuando las katiuskas de toda la vida cuestan menos de la mitad-,  Almería necesita que en esa casa común de todos los almerienses que llama Ayuntamiento piensen de una jodida vez en todos los que padecen Almería y no en qué sacar de ellos.

Pagar impuestos está bien y es necesario, aunque no comparta que buena parte de ellos se destinen a sueldos de políticos dedicados a mandar desde la sombra y que quieren que trabajen los gilipollas. Pero hay que recibir algo a cambio y unas calles decentes en las que los charcos no duren días y días cada vez que llueve, es algo tan elemental que no dependen ni de la Junta ni del Gobierno central, tan sólo del jodido Ayuntamiento.

Al final creo entender lo de las migas. Las comemos aun sabiendo que no podrás moverte en toda la tarde por la pesadez de la difícil digestión del platito, porque de antemano entendemos que no podremos salir a la calle hasta que no baje el nivel de las aguas. Salvo que tengas unas Hunter, claro está.

Más que una pena, se trata de toda una vergüenza.

¿Almería inundable? Calle a calle
Entrando en la página solicitada Saltar publicidad