jueves. 25.04.2024

Adopciones, superando barreras

Ana Mancheño, teleprensa.com Sevilla

Inmenso respeto y admiración es lo que siento  por todas esas personas que, ya sea en pareja o en solitario, se lanzan a la proeza de la adopción o acogida de niños, con algún tipo de discapacidad. A pesar de saber que van a encontrar obstáculos en el camino. De todo tipo, burocráticos y, a veces familiares.

Hace unas  semanas supimos de las dificultades  que estaban atravesando unos padres adoptivos para  traer a España a sus pequeños, adoptados en Etiopia. Con los cuales llevaban conviviendo más de tres meses, pero el  error de algún funcionario incompetente había hecho que les denegaran la adopción en el último momento. Dejándoles sumidos en un profundo sentimiento de abandono, de arrebato de  un trocito de su vida. Porque para ellos, esos niños formaban ya  parte de su vida.

Al ver y oír  por televisión  la desesperación de éstos, cuyo único mal es querer dar una oportunidad a unas personitas que ya están en el mundo, me entristeció la insensibilidad que, a veces (o muchas veces), padece el ser humano. No entiendo, ni entenderé jamás que prevalezca la burocracia por encima del bienestar de los pequeños. Parece que se olvida que la adopción de los menores surge para solucionar el problema de  niños abandonados, o cuyos padres biológicos no pueden hacerse cargo. Y no para que los abandonados  sean los que  van a dar un hogar -y no sólo un hogar- sino  amor, sin pedir nada a cambio, desinteresado.

 También hace poco- en el extremo de la historia anterior- nos enteramos de cómo una pareja australiana había rechazado al hijo que una mujer tailandesa había tenido para ellos. La chica dio a luz a gemelos pero uno, nació con síndrome de Down y una afección cardíaca, por lo que la pareja  lo repudió, llevándose al hermano que sí estaba sano.

Alguien capaz de abandonar a un bebé, de separarlo de  su otro yo, de hacerlo sin tener en cuenta que es su hijo ¿Piensan que son idóneos para, primero llamarse “padres” y segundo adoptar? Si el bebé enfermo lo hubiese tenido la “madre” adoptiva ¿Cómo hubiese actuado? Porque el amor por un hijo es desinteresado, no entiende de otras actitudes que no sean la generosidad, la bondad y el amor sin límites por el menor, que no posee los recursos necesarios para sobrevivir por sí mismo.

Un acto de generosidad no sabe de razas, ni de colores, ni de enfermedades, ni de elección de bebés. Los recién nacidos y el acto de adopción no se debe convertir en una transacción comercial. No son objetos, ni mercancías con las que se puede negociar.

 

Aunque  entiendo a  quienes les ponen trabas para hacerlo, por el mero hecho de no tener recursos económicos ¿Por qué exigen tanto? Si lo más importante no tiene que ver con riquezas ni pertenencias? Lo más importante tiene que ver con la humildad y la comprensión. Y lo que desean muchos de los que quieren convertirse en padres es dar amor, compartir esa felicidad que no conoce de fronteras, sólo de dar oportunidades a unas personitas que, de no ser así, la mayoría pasarían su infancia y juventud en orfanatos o en  casa de acogida. Los niños adoptados, sobre todo, los que precisan más atención, ofrecen tanto que nadie que no haya estado en esta situación o cercano a ella pueden entender.

 Igualmente admiro, de forma especial, a los padres que aún teniendo  hijos biológicos  y una situación vital sin complicaciones, adoptan a niños con algún tipo de discapacidad, sabiendo que su vida cambiará. Y aún sabiéndolo, lo hacen. Quizás saben que van a recibir más de lo que  van a dar. La sonrisa, la mirada llena de ternura hacia ellos, colmará esas otras esferas que dejaron  a un  lado. Porque  esos seres desvalidos y diminutos pero, a la vez “grandes” y fuertes les aportan valores, emociones que sólo la generosidad y el amor desinteresado es capaz de mostrar. Es por ello que  los que se despojan de egoísmos, de ataduras sociales y, sobre todo, a los que ven al semejante distinto, de la misma forma que a los iguales, están viendo con los ojos del corazón lo que otros no ven, buena medicina para superar barreras sociales y psicológicas.

Adopciones, superando barreras
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