miércoles. 24.04.2024

Abigail Agradecido

Juan Antonio Palacios Escobar

Abigail era el vivo ejemplo de quien siempre se mostraba contento con todo lo que recibía. Era Agradecido como constaba su apellido, y al igual que demuestran muchos estudios mostraba menos problemas físicos que la mayoría, valoraba su vida de forma más positiva, cumplía mejor sus metas y vivía de forma más sana.

Era una persona honrada, integra, generosa, con determinación, pero sobre todo con sentido del humor. Las pequeñas cosas le hacían sentir bien, como ducharse antes de acostarse, unas sábanas blancas y limpias, comenzar a leer un nuevo libro  o los ecos de una canción de Joan Manuel Serrat que le retrotraían a los años en los que él era joven y reivindicativo.

Se ilusionaba con cualquier cosa, como mirar un dulce a través del escaparate de la confitería, imaginar unas vacaciones fantásticas o un breve encuentro con uno de sus mejores amigos al que hacía mucho tiempo que no veía.

 Incluso Abigail era tan peculiar que encontraba lo positivo dentro de lo negativo , convirtiendo la frustración en aprendizaje, la tristeza en alegría, la indecencia en ética , el descaro en vergüenza, el miedo en valentía, la envidia en admiración, las dudas en certezas.

A veces imaginaba un viaje en el tiempo, se ponía cómodo y cerraba los ojos, ponía música suave y encontraba una paz interior que le impregnaba todo su ser. Y con esa sensación procuraba disfrutar de lo que tenía en lugar de lamentarse de lo que había perdido.

Agradecido era un vitalista que procuraba no quejarse y en lugar de preguntarse y torturarse por las personas que ya no están  con nosotros, se planteaba con empuje y entusiasmo, que belleza crearía en el espacio que ya no ocupaban.

Jamás se dejaba llevar por la ira como virus destructivo, que solo nos hacen tener conflictos con los demás y a dejar huellas en nuestros cuerpos. Por eso no podemos permitirnos sentir desprecio y resentimiento hacia los otros, porque quienes padecemos los efectos de esas emociones negativas, somos nosotros.

Procuraba situarse siempre más  cerca del amor que del miedo, más de la paz  que de la culpa, más de ser coherente y cumplir sus promesas, que de la inmoralidad y la falta de capacidad. Había aprendido a dejar atrás cualquier forma de odio o amargura para no sentirse encarcelado.

AA tenía una actitud abierta y no solo se fijaba en aquello que le daba la razón, calculaba bien el peligro , no evitaba los cambios beneficiosos  ni escondía la cabeza cual avestruz , sino que se liberaba , cambiaba el foco de atención y apuntaba hacia cosas positivas.

Agradecido no solo era positivo sino además desprendido, y compartía los éxitos y asumía los fracasos. No pensaba que los primeros eran solo cosa suya y los segundos responsabilidad de los demás. Entendía sus emociones y sabía definirlas porque  le interesaban las personas.

Era conocedor de sus virtudes y defectos, pero resultaba difícil ofenderle, ya que solía reírse de sí mismo, desprenderse de sus errores, sin rencores y neutralizando a los entes tóxicos, sin la neurosis de la perfección, y sin necesidad de justificarse por sus actuaciones.

Como a todos, le gustaba tener éxito, obtener esa aprobación o ese placer, pero sabía que aunque en ese momento no lo tenía ni lo necesitaba y podía incluso sentirse bien sin el mismo.

Abigail Agradecido
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