martes. 23.04.2024

Elena Torres, teleprensa.com Almería

El desenlace de la desaparición de Gabriel Cruz, encontrado finalmente muerto, envuelto en unas mantas cuando era conducido dentro del capó de un coche por la que era compañera sentimental de su padre, ahora detenida y ya confesa del crimen, Ana Julia Quezada, ha desempolvado otro caso de una crueldad infinita que sucedió, igualmente un mes de marzo pero en Almería capital, hace ahora 16 años.

Los Almendros fue entonces escenario de un asesinato bárbaro. Una niña de apenas 7 años fue raptada por su tía y torturada, -su cuerpo presentaba quemaduras ya que había sido rociado con ácido, un total de 36 puñaladas con ensañamiento e incluso contusiones en la cara-, hasta morir dentro de un barreño con la complicidad de su marido, -cuya culpa le llevó a ahorcarse al día siguiente-, y otros dos tíos de la menor. Se cree que en la escena también había una prima de la víctima, pequeña como ella.

Entonces, como ahora, quien mata al menor es una mujer y es también quien más participa en la búsqueda del desaparecido, quien antes 'se desgarra' ante los medios de comunicación mientras explica lo sucedido y pretende incluso atribuirse ser quien más llora.

En el crimen de Los Almendros se apuntó a una cuestión de celos, parece que la niña era más guapa que su hija. Ahora, nuevamente se habla de Ana Julia como persona ‘celosa’, atada a una pareja a quien no parece que le guste le importunen sus relaciones con ‘agentes externos’, según la describen entornos de experiencias pasadas en Burgos. Ella, de momento, sólo ha apuntado a que tuvo una discusión con Gabriel, a quien parece no le caía muy bien esta mujer.

Sea como fuere, ambos casos muestran la cara más oscura del ser humano, la más deleznable e irracional, pero también la menos predecible y controlable por muchas normas con las que quiera dotarse nuestra sociedad.

16 años después del crimen de Los Almendros
Entrando en la página solicitada Saltar publicidad